lunes, 28 de febrero de 2022

Atraco a las tres”: Retrato social camuflado entre risas

Disfrazada de comedia, la película de José María Forqué es una crítica certera y afilada de las condiciones laborales y los estragos económicos que se respiraban a comienzos de los sesenta en España.
Más española que la tortilla de patatas y las siestas en las cálidas tardes de verano. Más de aquí que las colas por las cosas gratis y los ChupaChups. Prima hermana de la canallesca quevedesca y la fantasía quijotesca, esa es nuestra picaresca. La figura del pícaro, de ese jeta con un puntillo de bondad, tontuna y una pizca de malicia, lleva arraigada en nuestra sociedad cual garrapata serrana desde el principio de los tiempos. Desde las peripecias relatadas en ese diario de un rebelde llamado Lazarillo de Tormes, pasando por el despelechado Lucas Trapaza de El pícaro (serie de televisión de 1974) o el primo Manolo de ¡Cómo está el servicio! (1968), ese estafador al que tan bien daba vida José Luis López Vázquez. Porque realmente pocos intérpretes han sabido encarnar tan certeramente esa figura del pícaro como el actor madrileño. Su porte achaparrado, sus dotes humorísticas y esas gafas tan representativas de la época, lo convirtieron en la perfecta efigie de ese español medio que con una fuerte carga genética de esa picaresca tan de aquí intenta sacarse unas pelas extra allá donde pueda. Hoy celebramos el retorno de uno sus pícaros más icónicos: ese admirador, esclavo, amigo, siervo al que dio vida en Atraco a las tres (1962) de José María Forqué.
López Vázquez es Fernando Galindo, el prototipo de ese empleadillo pringado que trabaja en banca, tan retratado en el cine de la época. Un don nadie que cansado de las malas condiciones laborales y el ninguneo al que se ve sometido por el sistema, decide pegar un pelotazo en toda regla: atracar su propia sucursal. Para llevar a cabo semejante misión suicida, contará con una banda de lúcidos atracadores que ni los mismísimos golfos apandadores, sus propios compañeros de trabajo. Un dream team de pícaros, bastante bonachones, todo hay que decirlo, formado por alguno de los pesos pesados de nuestra comedia y que no tienen nada que envidiar a la cuadrilla de los once. La banda está formada por Gracita Morales, Cassen, Alfredo Landa, Agustín González o Manuel Alexandre.
Pero no solo de la picaresca de sus protagonistas vive Atraco a las tres, sino que la propia obra de José María Forqué resulta toda una picardía en sí misma. Disfrazada de parodia alocada y más o menos ligera, Atraco a las tres es una crítica bastante certera y afilada de las condiciones laborales y los estragos económicos que se respiraban a comienzos de los sesenta en España. Una especie de disparate goyesco, una respuesta en clave patética y absurda a esa postal que fueron los años del desarrollismo. Vamos, todo un esperpento en el sentido académico de la palabra.

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