lunes, 28 de febrero de 2022

Con el director Jiří Menzel, la Nueva Ola checa en todas sus formas

Trenes rigurosamente vigiladosAlondras en el alambre, Tijeretazos, que de nuevo pueden verse en los cines, tenemos la oportunidad de (re)descubrir los diferentes géneros cinematográficos con los que se codeo el cinestas checo, desde el satírico al erótico. Cómicas y trágicas, grotescas y románticas: las tres peículas de les trois films de Jiří Menzel que recomendamos. 
Trenes rigurosamente vigilados (Ostre sledované vlaky, 1966); Alondras en el alambre (Skrivánci na niti, 1969); Tijeretazos (Postriziny, 1981), mezcla los géneros a voluntad. Compañero de viaje de Milos Forman e Ivan Passer, Menzel marcó la Nueva Ola checa con sus comedias satíricas abiertamente contestatarias. Alondras en el alambre también será inmediatamente prohibido y no se estrenará hasta 1990... para ganar el Oso de Oro en la Berlinale.
Al sumergirse hoy en el universo bullicioso de Menzel, uno se sorprende por su lado carnal, subido de tono: hay que ver a la “rubia excitante” lamiéndose los dedos después de haber devorado salchichas de cerdo con ambas manos…
Desde su primera película, Trenes rigurosamente vigilados (que ganó el Oscar a la mejor película extranjera en 1967), todo está ahí: un joven tímido y vulnerable, una chica alegremente insolente, la protesta, la solidaridad, la estupidez de los poderosos y escenas de un erotismo siempre divertido. Una joven controladora debe mostrar sus nalgas ante el tribunal porque su amante le ha impreso el sello de la estación.
Alondras en el alambre, la más conmovedora de las tres películas, está ambientada casi exclusivamente en un enorme depósito de chatarra que sirve como campo de trabajo. Mujeres jóvenes que han intentado huir al extranjero y opositores al régimen conviven en pleno libertinaje. Las escenas eróticas se combinan con momentos sutilmente sensuales en los que las manos de los prisioneros se rozan sobre un brasero, el momento del descanso concedido por un guardia conciliador. La mirada de Jirí Menzel sobre sus personajes es agradablemente benévola... y excitante. 
Tijeretazos, comedia lírica rebosante de espuma de cerveza y buen humor basada en la novela autobiográfica de Bohumil Hrabal, estrenada en febrero de 1981, no ha perdido un ápice de su encanto en todo este tiempo. Los distintos episodios cómicos de sus protagonistas (la encantadora mujer del administrador, interpretada por M. Vášáryová; su querido marido Francin, que encarnó J. Schmitzer; y su hermano Pepin, el inolvidable cuñado imposible de callar que bordó J. Hanzlík), tienen como hilo conector los incesantes conflictos del incansable Francin con los accionistas de la fábrica, que son las personas más influyentes de la pequeña ciudad de provincias. Las salidas de tono del ruidoso Pepin, que se encuentra de visita, ponen en peligro la carrera de Francin, a quien salva, eso sí, el irresistible encanto de su bella esposa. Fue merecedora de la mención especial en Venecia "por su humor, gusto y vitalidad optimista"

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