viernes, 13 de octubre de 2017

Peter Bogdanovich, estrella rutilante de los setenta (I)

Famoso y oscarizado, el cineasta americano conoció brevemente la gloria. Pues la vida, a veces digna del peor escenario le jugó varias malas pasadas. 
Un día, en Hollywood o alrededores, alguien rodará una película sobre Peter Bogdanovich. Nada de documental, una película de ficción. Es imposible que pueda ser otra cosa. Y conoceremos al director en sus momentos de esplendor, durante la década de 1970, cuando anhelaba dominar el cine americano, y, porque no, el del mundo. 
Por ejemplo, en un episodio de su glorioso diario (recogido por Peter Biskind en su libro Le en  el que narra su encuentro con sus rivales Sunset Boulevard. Francis Ford Coppola, que acaba de conseguir un gran éxito con su película El padrino,  quien rueda a toda velocidad en un Mercedes que va rociando con champán, al tiempo que grita "Bravo Hollywood". A su lado,  William Friedkin, el director de The French Connection, está también perplejo por su éxito. 
Cuando su coche se para ente un semáforo en rojo, al lado del de Bogdanovich, Friedkin, Friedkin, para burlarse de éste, saca la cabeza por la apertura del techo del automóvil y grita:  y declama sus críticas: "¡The French Connection, la película más excitante desde hace veinte y cinco años! ¡Ocho nominaciones a los Oscar y cinco premios!" Y extiende los cinco dedos, signo de su victoria. Bogdanovich no se desmorona y responde, a voz en grito, los comentarios sobre su propia película, La última película (The Last Picture Show): "¡Una obra que revolucionará la historia del cine! ¡Ocho nominaciones, continúa, pero mi película es mejor que la tuya! Los egos enardecidos, la excitación máxima; estos jóvenes talentosos, ambiciosos, arrogantes que están a punto de escribir la saga del Nuevo Hollywood, que redistribuye las cartas y abre las puertas de una nueva época. 
Peter Bogdanovich, como sus pares, encadena uno tras otro los éxitos, la crítica lo cubre de elogios. Pero la euforia apenas dura tres años, entre el rodaje de La última película, en 1970, y el estreno de Luna de papel (Paper Moon), en 1973, con El guion fue adaptado por Alvin Sargent a partir de la novela de Joe David Brown Addie Pray. a película está ambientada en la época de la Gran depresión en el estado de Kansas y está protagonizada por los actores Ryan y Tatum O'Neal, padre e hija en la vida real, y que en la película también interpretan a un padre (Moses) y una hija (Addie). Es una historia hollywoodiense. 
Ryan y Tatum O'Neal en Luna de papel
La adaptación en 1974 de la novela de Henry James, Una señorita rebelde (Daisy Miller) supuso el principio del fin de la carrera de Bogdanovich como director popular y aclamado. La película, protagonizada por Shepherd, la novia de Bogdanovich, fue vapuleada por la crítica y fue un fiasco en taquilla.
Hoy le vemos más a menudo al abrigo de las cinematecas del mundo entero, de los que es un pilar, especializado en Orson Welles (qui se le confió en extensas conversaciones y entrevistas), narrador sobresaliente, capaz de elevar no importa que reunión o actuación con sus imitaciones de Cary Grant o de Jerry Lewis. Peter Bogdanovich es una enciclopedia. Cinéfilo obsesivo —llegó a ver 400 películas al año, en su juventud—, Bogdanovich analizó principalmente obras de directores estadounidenses como John Ford —de quien escribiría un libro tras las retrospectivas de ese museo— y del entonces minusvalorado Howard Hawks. Bogdanovich también recuperó a olvidados pioneros del cine estadounidense tales como Allan Dwan, a quien entrevistó.
Empapado en la tradición estadounidense, estuvo parcialmente influido por la crítica francesa de los años cincuenta de Cahiers du Cinéma, especialmente por el director convertido en crítico François Truffaut. Antes de convertirse él mismo en director, Bogdanovich labró su reputación con sus artículos en Esquire. En 1968, siguiendo el ejemplo de sus admirados colaboradores de Cahiers du Cinéma —Truffaut, Godard, Chabrol y Jacques Rivette, quienes habían creado la Nouvelle Vague en sus propias películas—, Bogdanovich se hizo director. Se convirtió en actor en los bancos del Actor’s Studio de Stella Adler. 
Peter Bogdanovich y Cybill Shepherd
Pronto abandonó Nueva York para trasladarse a Hollywood, donde le esperaba su destino. Comienza escribiendo reportajes para la revista Esquire sobre los rodajes de John Ford y de Howard Hawks. Tomaba notas, se hizo amigo de todas las personalidades del séptimo arte y se veía ya en la cima. Su ambición no tenía límites, renegaba de su familia de origen serbio, en la que vagaba la sombra aplastante de un hermano mayor muerto a una edad muy temprana, accidentalmente quemado por su madre. Su padre, pianista de formación, se convierte en pintor en Nueva York, cuya inspiración le llegaba en un apartamento en el que no dejaba entrar la luz. Un artista fracasado que se hundió en la locura.
Barbra Stressand y Peter Bogdanovich
(cont.)

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