jueves, 26 de octubre de 2017

Mireille Darc, emblema del cine francés (I)

Descubierta por Georges Lautner, artista famosa del cine popular de la década de 1970 y 1980 del pasado siglo, la actriz, que acaba de morir a los 79 años, y que manejaba con humor y ligereza el registro de la seducción.
En el cine popular francés, ella era tanto la artista como la amante, o incluso el símbolo de la mujer moderna y libre. Llena de contrastes, Mireille Darc nunca rechazó su apodo, la gran saltamontes, heredándolo del personaje que interpretó en la película de Georges Lautner, estrenada en 1967, Eva a la francesa (La grand sauturelle). Es curioso, sonriendo, daba la impresión de llevar a cabo su carrera con indiferencia. Y se convirtió en un icono y estrella sin siquiera dar la sensación de querer realizar una carrera en el cine.
Nacida en 1938 en un medio popular, madre y tendero y padre jardinero, el cine se le aparece como un sueño, después de un pasaje por el modelaje y la televisión. Una historia nada destacable que Mireille Darc acepta despreocupada- incluso si todo no es tan brillante en su vida (ella contará en su autobiografía, Tant que battra mon cœur (aparecida en 2005), que tuvo una infancia sencilla, en incluso, en ciertas épocas, precaria, El sueño, ella lo encarna de manera brillante. 
Con su físico de rubia de comedia, inventa un personaje seductor, desinhibido e informal. Y se convierte en verdadero símbolo sexual con Pierre Richard, vestirse y desvestirse el famoso vestido sin espalda, diseñado por Guy Laroche, que lleva en la película El gran rubio con un zapato negro (Le Grand Blond avec une chaussure noire, 1972), de Yves Robert. Tres años más tarde, ella interpreta el arquetipo de la prostituta de un gran corazón en Le telephone rose (1975) de Edouard Molinaro. Un divertimento que ella construye con audacia y generosidad, y que se convierte en todo un fenómeno social.

Una pareja con glamur 

La parte soñada del cine, también la ilustra, a lo largo de los años 1970, con su relación con Alain Delon. La glamurosa pareja que forman potencia el star-system francés: hay mitología en el aire, como en Hollywood. Y en la pantalla, la alquimia produce sus efectos. Junto a Delon, Mireille Darc encuentra personajes más complejos, como la peligrosa mitomana en Les seins de glace (1974), de Georges Lautner.
O la acompañante de L’homme pressé (1977), de Edourad Molinaro. 
En universos más sombríos, la actriz podría convertirse en un icono hitchockiana. Ella tiene una autoridad natural que transforma la mayor parte del tiempo, frente a la cámara, en carga cómica. Pero la tensión pura le sienta igual de bien, como se ve en El hombre que nos persigue (Les Passagers, 1977), de Serge Leroy, una película angustiada inspirada en El diablo sobre ruedas (Duel, 1971), de Steven Spielberg. Las ocasiones para explorar este registro aún siguen siendo raras.
(cont.)

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