martes, 24 de octubre de 2017

Danielle Darrieux ha muerto: un recorrido por sus diez películas más relevantes (II)

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5.- Madame de…, de Max Ophuls (1953). Las tres películas que Darrieux filma con Max Ophuls merecían figurar entre las diez mejores de esta selección... En La ronda (La ronde, 1950), ella no hace más que pedir la hora con el fin de retener la fuga del tiempo.  En El placer (Le plaisir, 1952), la prostituida que encarna murmura un simple "Gracias" al hombre (Jean Gabin), quien se excusa de haber faltadao al respeto. Admirablemente rodada por Ophuls y apenas susurrada por Darrieux, esta simple palabra permite, en un instante, a Madame Rosa encontrar su dignidad perdida... Por Madame de…, su reconocida obra maestra, el director se aísla con aquella que se ha convertido en su intérprete favorita, le habla, la rodea, para poder presentarla mejor cuando la filma. Él y ella hicieron que Madame... sea inolvidable. Una de las mejores películas de todos los tiempos.

6.- Las señoritas de Rochefort (Les demoiselles de Rochefort, 1967), de Jacques Demy. Demy la adoraba, la llamaba  su "Stradivarius". Es verdaderamente la única solista en Las seóritas..., como había hecho siempre en sus comedias de los años 1930.  Especialmente en un tiempo rápido, mientras hojea las páginas del periódico local: "Dios mío, se descubre a una mujer descuartizada, en la rue de la Beauxance, cerca del castillo..." Ella personifica a luna cincuentona que dejó pasar el gran amor de cierto Simon Dame: "¡Me hubieran llamado Madame Dame Lady, y habría sido ridículo!"
7.– 24 heures de la vie d’une femme (1968), de Dominique Delouche. Desafortunadamente, la película se estrena en 1968: todo el mundo se Stefan Zweig (es una de sus novelas más famosas), y se le reprochó a Dominique Delouche su sofisticación. Hoy, se destaca sobre todo su melancolía: las señoras enjoyadas que escuchan un concierto, una tarde lluviosa, evocando a Federico Fellini, de quien fue su ayudante. Y la muerte, omnipresente, con las siluetas de los soldados partiendo hacia la guerra de 1914. Frente a un joven jugador incurable que ella intenta en vano salvar, Darrieux parece deslizarse de una escena a otra frágil y obstinada...
8.- Una habitación en la ciudad (Une chambre en ville, 1982), de Jacques Demy. Una película cien por cien cantada, como Los paraguas de Cherburgo (Les parapluies de Cherbourg, 1964), pero  en colores azul noche y rojo sangre. En una ciudad en huelga, Edith de Nantes -este era el título preferido por Demy- se encuentra con un obrero metalúrgico: pasión breve y fatal… Todas las idas y venidas de los personajes conduce al apartamento de la viuda de un coronel. A la vez cándida, cínica, lucida y grotesca, se convierte en testigo, demacrada y titubeante de esta tragedia musical, que con el paso de los años, cuenta con más y más entusiastas seguidores... 
9.- En haut des marches (1983), de Paul Vecchiali. A los seis años, cae en las manos de Paul Vecchiali una foto Danielle Darrieux en MayerlingÉl nunca se recuperará. La celebra, le anima piensa en hacerla actuar (con Simone Signoret). Mujeres, mujeres, a las que tanto admirará Pier Paolo Pasolini, le escribe guiones magníficos que no tendrán éxito por falta de medios. Por fín la dirige en En haut des marches, en la que interpreta... a su madre regresada de Toulon, en los años 1960, para cumplir una venganza. Virtuosísmo técnico,  soberbias planos secuencias con una Darreux soñada, que anda por las calles con una pistola en su bolso, como un pistolero irrisorio...
10.- Ocho mujeres (8 Femmes,2002), dirigida porFrançois Ozon. Quien le propone interpretar a la madrastra de Charlotte Rampling en Bajo la arena (Sous le sable, 2000). "De eso, le contesta Darrieux, me niego a interpretar a una anciana en camisón, siempre sentada en su sillón". No importa, en Ocho mujeres, François Ozon le ofrece el papel de una abuela avariciosa, mentirosa, falsamente paralizada, está encantada. Ozon la convierte en una criminal, que ha asesinado a su marido, al que no tenía nada que reprochar, salvo que la molestaba intensamente. Más amoral que nunca, canta con lágrimas en los ojos, al final: "No hay amor feliz".

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