domingo, 28 de marzo de 2021

Los auténticos artificios de Josef von Sternberg (I)

Atípico, poco comprensivo, Joseph von Sternberg sigue siendo un cineasta inclasificable. Y también el que descubrió a Marlene Dietrich, con quien rodó sus más fascinantes obras. Análisis en cuatro películas de gran importancia.
"Hay obras que te hacen pensar, discutir, meditar; están las que te agradan, te impresionan o te repugnan, y aquellas, más raras, que no hacen nada de eso, pero, más simple, más brutalmente también, te deslumbran. Así abre el libro que Mathieu Macheret acaba de dedicar a Josef von Sternberg (1894-1969), con, como subtítulo, estas tres palabras que definen a la perfección a este cineasta célebre y desconocido: "las junglas alucinantes"...
Sternberg: un cineasta que hasta sus fans dudan en alabar, a veces, fue tan escandaloso, megalómano, altivo. Sin los pies en la tierra el suelo, como decimos hoy en día. Fuera de tiempo. Fuera de modas. Fuera de lo común. En general... Fuera del realismo, sobre todo: ¿por qué pintar el mundo como es, si todo es falso, hombres y mujeres astutos, equivocados y engañándose a sí mismos? Desde el nacimiento del cine, quienes captan los hechos (los hermanos Lumière) se han opuesto a quienes, como Georges Méliès, los recrean. Sternberg está seguro: es persiguiendo el artificio, revolcándose en él, si es necesario, que el artista tendrá una (muy pequeña) posibilidad de alcanzar una (diminuta) partícula de verdad. Por lo que se esforzará toda su vida, bajo su propio riesgo. Muy a menudo incomprendido, rechazado, odiado. Encantado e infeliz de serlo... 
Marlene Dietrich en Capricho imperial  (The Scarlet Empress, 1934), de Josef von Sternberg, 
una película inspirada en el diario de de Catalina II. Paramount
Curioso tipo que este hijo de pequeño burgués austriaco, complejo hasta el punto de inventarse un título de nobleza (un "von" totalmente falso) y de entregarse a diversas excentricidades (sobre todo en la indumentaria) en decorados donde se comporta como un tirano. Un hombre frustrado, totalmente obsesionado con los cuerpos (a los que exaltará, sublimará en todas sus películas), pero manteniendo con su criatura, Marlene Dietrich, a quien descubre y que lo deja, exasperado, de sus asombrosas relaciones sadomasoquistas. Se retrata, además, en el personaje interpretado por Adolphe Menjou en Marruecos (Morocco, 1930): un observador, consciente del deseo que siente por la que es amada por otro (Gary Cooper), más joven y más atractivo que él. “Menjou se encuentra solo, humillado frente a sus invitados, apunta Mathieu Macheret, y la razón quisiera que se enojara, se rebelara, pero nada ayuda, ama demasiado a su cantante y hará todo, hasta negarse a sí mismo, hasta el punto de arrastrase como un gusano, para ir a vivir su pasión. 
"De esta obra exuberante y mutilada -muchas películas se han perdido o destruido-, sin herederos reales (sí, uno: Nicolas Winding Refn que triunfa en una verdadera pesadilla de Sternberg con Solo Dios perdona (Only God Forgives, 2013), donde Ryan Gosling interpreta al hijo masoquista de Kristin Scott Thomas, madre castradora), elegimos cuatro obras. Tres con Marlene. Y una sin ella...
(cont.)

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