domingo, 1 de abril de 2018

Biografías de cine: Erich von Stroheim (IV)

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Ampliar el punto de mira

La última película de Stroheim para la Universal fue la frustrada Los amores de un príncipe también conocida como El carrusel de la vida (dirigida fundamentalmente por Rupert Julian después de que Stroheim fuera despedido por Thalberg). A continuación firmó un contrato con la Goldwyn Company para rodar uno de sus proyectos favoritos que llevaba largo tiempo acariciando y que habría de convertirse en su esfuerzo supremo y su gran obra maestra, una adaptación de la novela naturalista de Frank Norris, McTeague, ambientada en San Francisco y en el Valle de la Muerte, en California.
Fotograma de Los amores de un príncipe (Merry-Go-Round, 1923)
A diferencia de las restantes películas de Stroheim, Avaricia se centraba en la vida de las clases bajas de Estados Unidos, e, indudablemente, se inspiraba en los difíciles primeros años de su autor como inmigrante europeo pobre. Dada la fama del realismo y fidelidad a la novela que goza la película, resulta sorprendente comprobar las numerosas libertades que se tomó Stroheim con respecto a ambas cosas. Primero actualizó la historia (que se suponía tenía lugar en los últimos años del siglo XIX) trasladándola a 1908, y después Stroheim superpuso también tres épocas históricas diferentes en varias escenas. Los personajes principales llevaban ropas de finales de siglo, mientras que en las escenas de masas, los extras iban vestidos con atuendos contemporáneos (de 1923), cuando la acción ocurría en un período intermedia. Y Stroheim se apoderó hasta tal punto del argumento y los personajes de Norris, que se convirtieron en suyos. 
Fotograma de Avaricia (Greed, 1924)
Aunque, para su distribución, la MGM redujo de la película de cuarenta bobinas a solo diez, Avarici sigue siendo una película prodigiosa y llena de fuerza. Su memorable trío de personajes Mac (Gibson Rowland), su antiguo amigo Marcu (Jaen Hersholt) y Trina (ZaSu Pitts) hicieron que el influyente crítico francés André Barzin dijera que en la películas de Stroheim: "... la realidad se desnuda como un sospechoso que confiesa al ser interrogado por un comisario de policía. Stroheim tenía una regla muy sencilla para dirigir: fija tu mirada en el mundo, mantenla durante bastante tiempo y, al final, te mostrará toda su fealdad y toda su crueldad."
Rodando Los amores de un príncipe
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