domingo, 13 de agosto de 2017

George A. Romero: fallece el rey de los zombis (I)

Muchas veces imitados, copiados, plagiados, las películas de George A. Romero, La noche de los muertes vivientes (Night of the living dead, 1968), en cabeza, han influenciado toda la cultura popular estadounidense, desde el cine al cómic, pasando por las series de televisión. Este maestro del terror, que sabía combinar como nadie el gore y el panfleto político, murió el dieciséis de julio de 2017 a la edad de 77 años, después de una larga batalla contra el cáncer de pulmón. Con sus grandes gafas de montura negra y sus cabellos blancos, había acabado por parecerse al abuelo de Up (2009), la maravilla de Pixar, aunque algo más jovial. George A. Romero siempre tuvo una simpática sonrisa de extranjero (no hay que olvidar que su padre era de origen cubano), que tuvo un gran éxito gracias a su horda de zombis.
Romero será, en primer lugar y por siempre, recordado por La noche de los muertes vivientes, una película de culto, término usado en exceso hoy en día, pero que en este caso encaja perfectamente. Realizada con algunos amigos con un presupuesto ridículo de 114.000 dólares, constituye un verdadero hito en la historia del cine de terror. Barbra (Judith O'Dea) y Johnny (Russell Streiner) son dos hermanos que viajan a un solitario cementerio de Pensilvania para colocar flores en la tumba de su padrastro, siendo atacados por un extraño vagabundo que anda mecánicamente. Durante el forjeceo Johnny muere al golpearse la cabeza contra la esquina de una lápida mientras que su hermana huye en su automóvil perseguida por el ser, refugiándose en una granja, rodeada por una multitud de zombis. Un conductor afro-americano intentará ayudarla... Negro y blanco granulado en sus orígenes, con un sentido gráfico del encuadre, con la fuerza de un documental, ese es su realismo que tuvo, desde su estreno, carácter de evento y le confirió el valor de manifiesto reivindicativo y contestatario, tan espeluznante ayer como hoy. Cuando la vemos, nos sumergimos directamente en la acción, nada parece artificial, todo parece verdadero, en las antípodas de cualquier convencionalismo. 
Prefiriendo a un negro como héroe, renunciando al final feliz y sobre todo desenterrando una parte vergonzosa de la historia americana (genocidio de los pueblos originarios, esclavitud, etc.), a pesar de que el país estaba sumido en la guerra del Vietnam, el que había realizado sus estudios hasta ese momento en la universidad de Pittsburgh, dio el gran golpe. Y provocó que multitud de cinéfilos estadounidenses la pasión de coger una cámara e ir a divertirse rodando lejos de las cadenas de los estudios. Sobre todo gracias a la cantidad de dinero que ganó la película, entre cuatro y cinco millones de dólares (en la actualidad lleva ganado más de treinta millones). 
Los zombis rodeando la casa de la granja
Romero también firmó una perturbadora película de vampiros, bastante poética, Martin (1978), al igual que muchos de sus trabajos, se filmó en la ciudad de Pittsburgh, una ciudad en ruinas, pero su ciudad fetiche. Romero afirmó que Martin fue la favorita de todas sus películas. Pero, su especialidad eran los zombis. Los cocinó en toda clases de salsas, evitando siempre caer en la farsa y en el ridículo. Sin ser el creador del género, zombis ya habían aparecido con anterioridad, por ejemplo, en la película de Jacques Tourneur Yo anduve con un zombie (I Walked with a Zombie, 1943),  fue sin duda su emblemático difusor. 
En total es autor de una buena quincena de largometrajes de los cuales dos tercios están poblados de lentos depredadores con una boca atroz, arrastrando los pies, en busca de carne fresca. Todos no son buenos, pero hay al menos otro que fue decisivo: Zombi: El regreso de los muertos vivientes (Dawn of the dead, 1978) -continuación de La noche de los muertos vivientes-, en la que los supervivientes hasta los dientes se refugian en un inmenso centro comercial de Pittsburgh, como alternativa para sobrevivir mientras la sociedad se desmorona violentamente. Produit par Dario Argento, esta película con trazas de terrorífica guerra urbana, es al mismo tiempo que violenta, una crítica feroz contra la sociedad de consumo. Combinó eficazmente la sangre con el manifiesto político, tal fue el credo de Romero. Zombi tuvo un remake en 2004 con el mismo título, dirigida por Zack Snyder, aunque no es malo, es netamente inferior al original. 
(cont.)

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