martes, 28 de enero de 2020

Anna Karina, Jean Seberg, Brigitte Bardot, Maruschka Detmers... musas de Jean-Luc Godard (VII)

Estrellas perdidas

Bardot, la diosa
Primero, está su rostro en El desprecio (Le Mépris, 1963): ese trazo de delineador de ojos como un jeroglífico que enfatiza su mirada llena de desilusión, y esa boca perfecta con justo lo que se necesita, un suave brillo rosado para deslizarse sobre la vanidad de los hombres de cine, su esposo guionista listo para todo (Michel Piccoli) y este productor avariciosos (Jack Palance). Todo bajo su cascada de cabello rubio y esta divina diadema azul marino que libera su orgullosa frente. Y luego, sí, por supuesto, está ese cuerpo desnudo que se mira en el espejo, o el reflejo de la mirada de los hombres, el reflejo de esta "mirada masculina" que Godard cuestionó, muchos años antes de que se creara el concepto... 
"¿Ves mi trasero en el espejo? - si. - ¿Encuentras bonitas mis nalgas? - Sí mucho. Y mis senos, ¿te gustan? - Si mucho. - ¿Qué prefieres, mis senos o la punta de mis senos? - No sé, es lo mismo."

Brigitte Bardot et Jean-Luc Godard sur le tournage du film Le Mépris.
Brigitte Bardot y Jean-Luc Godard en el rodaje de El desprecio
Es lo mismo: todo es hermoso en Bardot. Godard imaginó a Kim Novak en el papel de Camille, al productor Carlo Ponti le hubiera querido imponer a Sophia Loren, pero fue BB -contratada para satisfacer la voluntad de glamour del distribuidor estadounidense, y Jean-Luc Godard adaptó la esencia de su película a sus formas: "Si hubiera tenido otra actriz para hacer de Camille Javal, la película tal vez habría tenido un aspecto psicológico mucho más profundo [...]. Con Bardot, es diferente. Porque ella es un bloque. Debe tomarse como un bloque [...] Bardot acentuó el lado... del dibujo. Por eso le puse un sombrero a Piccoli, también lo perfilé más esquemático. Deja que Bardot, un bloque de cine, un ícono natural, le ofrezca su verdad animal, su inteligencia instintiva. La integridad de su abrumadora belleza, que debe morir, al final, para que los dioses del cine sean apaciguados. 
(cont.)

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