miércoles, 22 de marzo de 2023

Biografías de cine: James Dean (V)

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Como para resolver sus propias contradicciones y confusiones, Dean decidió ser actor. Para algunas personas los momentos en que están interpretando o mintiendo son los únicos que les permiten tener la mente tranquila. Y todos los personajes que encarnó en la pantalla parecen llevar esa máscara puesta. Se trata siempre de idealistas que se ocultan bajo la apariencia de rudos materialistas. Es como si supiese que, en alguna parte de su ser, había zonas tan oscuras y sombrías como el planetarium de Rebelde sin causa, y que si las escrutaba y profundizaba en ellas, sería al mismo tiempo feliz y desgraciado, bueno y malo; capaz de resolver sus emociones contrapuestas. 
James Dean y Corey Allen en Rebelde sin causa (1955)
Sin apenas preparación, Dean consiguió hacerse un nombre en Broadway y en los programas dramáticos de televisión. En 1954 obtuvo su Tony (el equivalente al Oscar en el teatro norteamericano) por su interpretación del muchacho árabe de The Immoralis (El inmoral), adaptación de la  famosa obra de Gide. En la televisión supo ganarse la admiración de los directores con sus improvisaciones y, aunque estas molestaban mucho a sus compañeros de reparto como Paul Lukas o Mary Astor, se les dijo que debían dejarle hacer lo que él quisiera. Estos actores (de la generación anterior) era como prototipos de figuras paternas, y Dean se apoyaba en ellos para empezar a construir su personaje de joven desvalido y angustiado, reduciéndolos al papel de simples comparsas. 
Sal Mineo, James Dean y Nathalie Wood en Rebelde sin causa (1055)
James Dean era un actor de "jazz" capaz de improvisar "solos" sin repetirse nunca a sí mismo. En cine logró reducir a figuras de la talla de Raymond Masey, Nathalie Wood o Elizabeth Taylor a meras "secciones rítmicas" deseosas de proporcionarle la base sobre la que construir sus improvisaciones. Su forma de interpretar desafiaba el aburrimiento y amenazaba la puesta en escena y la dirección de actores tradicionales  con pausas inesperadas, frases no escritas e el guión e imprevisibles estallidos emocionales. Su manera de actuar venía a negar el realismo y el cinemá veritá y hacía que las interpretaciones convencionales pareciesen huecas y banales. Dean estilizó el realismo interpretativo hasta extremos jamás alcanzado por ningún otro actor ni antes ni después de él.  
James Dean, Sal Mineo, Marietta Canty y Nathalie Wood en Rebelde sin causa (1955
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