domingo, 13 de marzo de 2022

De Nosferatu a Dracula, ¿cuál es el vampiro más terrorífico de la historia del cine? (I)

¡No todos los bebedores de sangre han reventado la pantalla! Desde la obra maestra de Murnau, hasta las películas de Hammer, pasando por Drácula de Coppola, Olivier Smolders nos ilumina con su conocimiento vampírico.
En el origen de las películas de vampiros hay un libro: Drácula, de Bram Stoker, publicado en 1897. Pero si esta novela epistolar da origen al mito moderno del bebedor de sangre, es también la culminación de leyendas medievales arraigadas en el miedo a ser enterrado vivo. “Los cuentos populares cuentan cómo los muertos habían sido encontrados, mucho tiempo después de su entierro, con las manos y los brazos cubiertos de heridas. Habrían intentado salir de su ataúd, o se habrían comido unos a otros para intentar sobrevivir, explica Olivier Smolders, autor de Nosferatu: contre Drácula (ed. Les Impressions Nouvelles, 2019). A partir de ahí, se imaginó que algunos de estos muertos vivientes salían de la tierra por la noche y se iban a beber la sangre de sus vecinos para regenerarse. “Leyendas de las que el cine se ha inspirado en gran medida durante un siglo. Descifrando las películas de vampiros más impactantes con Olivier Smolders. Nosferatu es ante todo el otro nombre de Drácula, el que utilizó Murnau para su película Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, obra maestra del cine mudo expresionista alemán, aterrorizando las pantallas de todo el mundo a partir de 1922. Si estas dos caras de la figura del vampiro han cristalizado algunas de las angustias más fundamentales de la naturaleza humana (el miedo a morir, pero también y sobre todo el miedo y el deseo del otro, hasta el punto de beberse la propia vida), lo hizo bajo poéticas diferentes y contrastantes. Es quizás hoy, para comprenderlos mejor, oponerlos: ¿Nosferatu contra Drácula?

Nosferatu (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, 1922), de F.W. Murnau 

Cuando en 1922, el director alemán F. W. Murnau realizó una de las primeras adaptaciones cinematográficas de Drácula, la novela de Bram Stoker, rebautizó al vampiro como Nosferatu. Obra maestra del cine mudo expresionista, su película sigue siendo hasta el día de hoy uno de los éxitos más fascinantes del cine fantástico. Desde entonces, muchas películas han seguido elogiando al célebre vampiro, abandonando la mayoría de las veces la oscura melancolía de Murnau para dar rienda suelta a una imaginación delirante mezclando carruajes tirados por caballos galopando en la noche, castillo medieval, murciélagos inquietantes, mujeres jóvenes que gritan de terror, efectos de capa y ríos de sangre. Sin embargo, desde Nosferatu hasta los innumerables Dráculas, hay algo más que un conjunto de apellidos. Por lo tanto, es importante llevar el archivo a su origen en un intento de responder a esta pregunta esencial: ¿de dónde vienen los vampiros?

Drácula (Dracula, 1931), de Tod Browning

Ésta es una de las primeras versiones sobre el mítico vampiro. Fue realizada por la Universal, productora especializada en el cine de terror. Protagonizada por Béla Lugosi en el papel principal. Producida por Universal Studios, la película iba a estar protagonizada previamente por Lon Chaney, pero este falleció a causa de un cáncer y finalmente fue sustituido por el actor que había interpretado al conde en la obra de teatro homónima en 1927: Béla Lugosi. La película puede considerarse una precuela de la historia de la novela. Bela Lugosi a través de una exagerada interpretación mostrando un semblante hipnótico, elegancia y sedienta mueca, fue capaz de hacerse con la encarnación del monstruo de Bram Stoker que, a diferencia de otros actores como Christopher Lee, Frank Langela, Gary Oldman y Gerard Butler entre otros... no dispuso de los medios técnicos ni el maquillaje a disposición de éstos, lo que hace que tenga especial interés, siendo en esta ocasión un Drácula desprovisto de colmillos, sin sangre vista en sus labios y falto quizá del atractivo de otros actores, pero su gestualidad conmueve, sus ojos totalmente abiertos sin pestañear y sus manos aparentemente agarrotadas acercándose a sus víctimas son de una factura ejemplar. Dwight Frye fue el encargado de hacerse cargo del desgraciado sirviente comemoscas "Renfield", que ofreció una magnífica y desquiciada interpretación que merece especial elogio junto a la de Lugosi, comenzando los dos el viaje a Inglaterra pasando por alto la parte de la historia en la que aparece Jonathan Harker en el relato original. 

Drácula (Dracula, 1958), de Terence Fisher

Fue la primera de una serie de películas de terror de la Hammer basadas en la novela homónima de Bram Stoker. En el libro Diccionario Ilustrado del Terror, de Miguel Juan Payán y Javier Juan Payán,(Ediciones Jardín, S.L., Madrid, 2005, página 56) se lee: "Menos teatral que la versión protagonizada por Lugosi y más fiel a la novela original, impuso los colmillos al pret-á-porter del vampiro, y la colorida sangre como elemento esencial de sus fechorías (...), y al contrario de versiones anteriores, el primer vampiro que vemos no es el propio conde, sino una voluptuosa vampiresa que marca la tendencia a la exhibición erótica tan frecuente en las películas producidas por la Hammer. El otro elemento destacado de esta versión es el juego con los decorados interiores, auténticos laberintos por los que evoluciona una cámara aparentemente empeñada en encerrarnos en una tela de araña, manipulando así la sensación de inquietud del espectador".

Drácula, príncipe de las tinieblas (Dracula: Prince of Darkness, 1966), de Terence Fisher

Es la tercera película de la saga del conde Drácula realizada en por la Hammer Productions y con actuación de Christopher Lee. Tras el paréntesis que representa la película Las novias de Drácula (1960), en la que el Drácula del título es sustituido por el Barón Meinster, aparece esta segunda entrega del Drácula original de la Hammer, con Lee de nuevo en su papel más característico. De igual modo, supone la última aportación del director Terence Fisher al ciclo, que renovó las constantes estéticas e idiosincrásicas del personaje. Drácula no pronuncia una sola palabra en toda la película, y aparece tan sólo en cinco escenas.
(cont.)

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