miércoles, 30 de agosto de 2023

Clásicos de cine: Anónima, una mujer en Berlin

Anónima, una mujer en Berlin (Anonyma - Eine Frau in Berlin, 2008), de Max Färberböck

Escalofriante relato de la experiencia de una mujer alemana anónima, entre abril y
junio de 1945, cuando tropas soviéticas penetran en Berlín tratando de dominar la ciudad. Como auténticos “diablos rojos”, los soldados se aprovechan sexualmente de las mujeres violándolas repetidamente, varios hombres la misma mujer, casadas, solteras, no importa, son 'el enemigo', todo vale. En tal contexto prima la supervivencia por la que se accede a los requerimientos de la tropa, aunque las mujeres, y de modo particular la protagonista Anonyma, tratan de poner un cierto 'orden' en todo aquello, hacerse a la situación, y controlarla de algún modo. Así que Anonyma consigue un “protector”, el comandante Andrej, que muestra cierta humanidad, manteniendo una relación con ella que se irá aproximando al amor. En todo ese tiempo, Anonyma escribe unos cuadernos en forma de carta a su marido Gerd, que está en el frente, una especie de justificación y terapia para mantener la cordura en unos tiempos brutales, donde el hombre no parece diferir mucho en su comportamiento de las bestias.
La obra original en que se basa la película de Max Färberböck fue publicada en 1959 de forma anónima, aunque se supone que fue originalmente escrita en 1945, aunque habría sido después revisada; en su momento despertó críticas que señalaban que era una forma de denigrar la memoria de las mujeres alemanas y sólo se supo en 2003 el nombre de la autora, Marta Hillers, una periodista que había estudiado en la Sorbona. El tono de la película, fiel a la obra en que se basa, es durísimo, sobrio y brutal, tremendamente desesperanzado, y de algún modo subraya que la guerra despierta el lado más animal de las personas, y que en el lado soviético también se cometieron atrocidades; de todos modos, en tal sentido, la película tiene la inteligencia de, hacia la mitad la cinta, dar a entender que los maridos alemanes ausentes han tenido un comportamiento similar al de los rusos. Puede haber algún gesto de bondad, de generosidad y sacrificio, pero son como oasis en la inmensidad de un desierto desolador, donde parece que hay que olvidar la propia condición de persona para lograr salir adelante: no hay lugar para el perdón, ni entrañas de misericordia, sólo cabe tratar de seguir con vida y olvidar.
Hay una buena reconstrucción de época, el Berlín destrozado por la guerra, y resulta creíble esa galería de personajes deshumanizados, soldados brutales, mujeres sin honra, hombres que miran hacia otro lado. Entre los actores, destacan los trabajos de Nina Hoss, protagonista absoluta, y de Yevgeni Sidikhin, el oficial sovietico.

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