Diez años después de Jules y Jim (Jules et Jim, 1962), François Truffaut creó su película más febril y personal. Donde brilla su amargura, nacida de sus amores desilusionados.
A principios de 1971, François Truffaut no estaba bien. Él y Catherine Deneuve acaban de separarse y el director está pasando por momentos difíciles con esta ruptura, que lo sumerge en una profunda depresión. Enviado para una cura del sueño en una clínica de Vésinet, sólo se despierta unas pocas horas al día, aferrándose a un libro como salvavidas. Esta obra se titula Les deux anglaises et le continent. Está firmado por Henri-Pierre Roché (1879-1959), escritor, marchante de arte cosmopolita, dandy con un destino tan singular que uno se pregunta si no será un personaje inventado: su entrada en Wikipedia es una novela en sí misma, unida a una increíble cruce del siglo.
Claude (Jean-Pierre Léaud, su eterno alter ego), espíritu feliz entre dos hermanas (Kika Markham et Stacey Tendeter) |
La trama: En el París de 1900, Claude (Jean-Pierre Léaud), un joven y culto francés conoce a las hijas de una amiga de su madre, de origen inglés. Anne se cartea con él y lo invita a pasar sus vacaciones en su familia, en Gales. Ésta le presentará su hermana Muriel, y empujará a Claude a enamorarse de su hermana. Las dos inglesas, puritanas, quedan sorprendidas y encantadas por este joven francés libertario, que llaman «el Continente». Pero el matrimonio con el que se cuenta no tendrá lugar entre Muriel y Claude: sus dos madres, encuentran que son demasiado jóvenes para el amor, deciden una separación de un año para poner a prueba sus sentimientos. Claude se va a París y piensa llevarse bien. Pero reanuda su vida de libertino. Entre tanto, Ann, la mayor de las hermanas, se emancipa y se marcha a París para hacer escultura. Entonces empezará una relación entre ella y Claude, que le inicia a la sensualidad. Mordisqueada a la vez por la culpabilidad de engañar la confianza de su hermana (Muriel está enamorada de Claude) y enamorada de Claude, Ann se convierte poco a poco la contraparte femenina de Claude en el París artístico y libertario de principios del XX. En efecto, tomará otro amante (Diurka, un eslavo encarnado por Philippe Léotard), algo que a Claude le costará aceptar, pese a sus ideas liberales en materia de pareja.
Jean-Pierre Léaud, Kika Markham y Stacey Tendeter en Las dos inglesas y el amor (1971) |
Un tributo de François Truffaut a la literatura y a la creación basada en una obra del escritor cuya otra novela dio lugar también a Jules y Jim, Henri-Pierre Roché. Es un film de exacerbado romanticismo, con un recurso constante a la voz en off de un narrador, y en que incide en lo difícil que es entender las razones del corazón, con sus constantes vaivenes y sobresaltos. También se apunta a cómo pueden marcar los secretos, tabúes y costumbres sociales, al subrayar las diferencias entre británicos, muy puritanos y reservados, y los continentales, más abiertos. El compromiso y la honestidad con uno mismo, y las relaciones fraternales, también forman parte importante de la trama.
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