domingo, 2 de junio de 2013

Biografías de cine: Katharine Hepburn (I)

Primeros años

Katharine Hepburn ha sido la actriz de Hollywood que mejor ha sabido encarnar el dinamismo, el valor y el idealismo. A pesar de tener que hacer concesiones en algunos de sus papeles, contribuyó a mostrar la posibilidad de una vida más responsable y plena a millones y millones de mujeres.
Nacida en Hartford, Connecticut, el 12 de mayo de 1907, en el seno de
una familia acaudalada y de la alta sociedad (aunque con firmes creencias socialistas), muchos de sus papeles de heroína “independiente” de los años treinta correspondían a mujeres de las clases privilegiadas. Posteriormente, sus papeles en Locuras de verano y El farsante encajaban en los tradicionales puntos de vista masculinos sobre la virginidad femenina. Sus películas políticas

adolecían, no de auténtico compromiso, sino de la blandura y falsa imparcialidad características del liberalismo.
Pertenecía a una familia descendiente de los colonos del Mayflower y hasta tenía sangre real en sus venas (James Hepburn, IV conde de Bothwell). Su padre era ginecólogo y fue el que la educó. Su madre, Katharine Houghton, era una decidida sufragista muy activa en su comunidad y que luchó por el reconocimiento de las prostitutas. Hepburn se crio en un ambiente libre y tolerante, lo cual marcaría su carácter. Practicó desde muy pequeña muchos deportes y, según cuenta en su autobiografía, un verano se cortó el pelo y se hizo llamar Jimmy. Según se define ella misma, fue un «marimacho».
Siendo muy joven, recibió un duro golpe: su hermano Tom de 14 años, a quien ella estaba muy unida, se suicidó ahorcándose en Nueva York durante una visita a un familiar. Esto la convirtió en una joven retraída y poco comunicativa. Dejó los estudios en la escuela y dio clases con su madre en su casa.
Inició sus estudios de Filosofía en el Bryn Mawr College, lugar donde comenzó sus actuaciones teatrales. Cuando los terminó en 1928 decidió dedicarse de lleno a la interpretación. Tuvo pequeños papeles en obras como La Zarina donde hizo un reemplazo y viajó a Nueva York, donde tomó clases de dicción con la antigua cantante Frances Robinson Duff. En 1932 tuvo un enorme éxito con la obra teatral The warrior's husband, una fábula griega. Ese mismo año fue requerida por el cine y protagonizó para la RKO la película Doble sacrificio (A Bill of Divorcement), junto a John Barrymore, dirigida por quien llegaría a ser uno de sus más íntimos amigos, George Cukor.
Al año siguiente repite con Cukor en Las cuatro hermanistas AKA Mujercitas (Little Women), por la que ganó el premio a la mejor actriz en el Festival de Cine de Venecia por su interpretación de Jo March.
Protagonizó Hacia las alturas (1933) dirigida por Dorothy Arzner, en la que interpretó a una piloto, muy inspirada en la figura de Amelia Earhart. Adapatación de la obra de Gilbert Frankau. Un melodrama tachado en su día de feminista, dirigido por una mujer, que se centra en la vida de la aviadora pionera Cynthia Darrington, una valiente piloto que batía récords en el mundo de la aviación, y que se enamoró perdidamente de un hombre que no podía tener. El porqué su título -original- lleva el nombre de él y no de ella sigue siendo hoy un misterio, pero en cualquier caso hará las delicias de la legión de fans de la insuperable actriz.
Tras esta brillante irrupción en el firmamento de Hollywood a comienzos de los años treinta, incluyendo el Oscar a la Mejor Actriz por Gloria de un día (Morning Glory, 1933) de Lowell Sherman, basada en la obra de Zoe Akins, la carrera de Katharine Hepburn conoció dramáticas vicisitudes.
Fracasos comerciales tales como los de:
  • Sangre gitana (The Little Minister, 1934) de Richard Wallace;

  • Mistica y rebelde (Spitfire, 1934) de John Cromwell;

  • La gran aventura de Sylvia (Sylvia Scarlett,1935) de George Cukor;

  • Corazones rotos (Break of Hearts, 193) de Phillip Moeller; 

  • Sueños de juventud (Alice Adams, 1935) de George Stevens, aunque estuvo nominada al Oscar como mejor película y mejor actriz (Katharine Hepburn) y  Círculo de críticos de Nueva York: Nominada a Mejor Actriz (Katherine Hepburn);

  • María Estuardo (Mary of Scotland, 1936) de Jonh Ford: 

  • Una mujer se rebela (A Woman Rebels, 1936) de Mark Sandrich, y 

  • Olivia (Quality Street, 1937) de George Stevens, 

provocaron un gran desaliento tanto en ella como en Pandro S. Berman, el productor de la RKO. A pesar de la gran popularidad de Damas del teatro (Stage Door, 1937) de  Gregory La Cava, una de las grandes comedias de los años treinta, con reparto de lujo, y de las buenas críticas a la deliciosa comedia La fiera de mi niña (Bringing Up Baby, 1938) de Howard Hawks, Harry Brandt, presidente de la Asociación de Exhibidores Independientes de Estados Unidos, declaró que la Hepburn era “veneno para la taquilla”. Katharine llegó a la conclusión de que su carrera necesitaba cambiar de dirección, por lo que rompió su contrato con la RKO.








A pesar de un bache a mediados de la década, los años cuarenta le devolverían su status de gran estrella, cristalizando las cualidades que habrían de identificarse con ella: su imagen de mujer decidida e independiente y su compromiso con las causas políticas avanzadas.

Una mujer independiente

Esta imagen de la Hepburn se remonta a 1933 y a su segunda película Hacia las alturas (Chrístopher Strong); las concesiones que tuvo que hacer en esta película y en otras posteriores se vieron con frecuencia contrarrestadas por su personalidad fuerte y llena de vivacidad. La fiera de mi niña fue, sin embargo, el primero de los títulos de su filmografía que demostró que el carácter y la independencia podían ser positivamente utilizados en una comedia; luego ella, Cary Grant y George Cukor volvieron a trabajar juntos en:
  • Vivir para gozar (Holiday, 1938) adaptación de una obra de Broadway.  

  • Historias de Filadelfia (The Philadelphia Story, 1940) con la participación de James Steward. Se basa en la comedia The Philadelphia Story, estrenada en Broadway en marzo de 1939, escrita por Philip Barry e interpretada por K. Hepburn. Dos  Oscar: mejor actor (James Stewart) y mejor guión adaptado y Círculo de críticos de Nueva York: mejor actriz (Hepburn).
Que confirmaron su talento cómico.
(cont.)

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