jueves, 28 de agosto de 2014

Efemérides de cine: Nacida para el mal

El 27 de agosto de 1950 se estrenó la película estadounidense Nacida para el mal (Born to Be Bad), dirigida por Nicholas Ray. Protagonizada por Joan Fontaine, Robert Ryan, Zachary Scott, Joan Leslie, Mel Ferrer, Harold Vermilyea, Virginia Farmer, Kathleen Howard, Dick Ryan, Bess Flowers, Joy Hallward, Hazel Boyne, Irving Bacon, Gordon Oliver. Producción y distribución: RKO Radio Pictures.
Sinopsis argumental: Narra el ascenso y caída de Christabel Caine (Joan Fontaine), una joven atractiva que inicialmente esconderá su personalidad arrivista y depredadora bajo el oropel de su aparentemente encantadora personalidad, y que muy pronto alcanzará la fama social y monetaria fundamentalmente logrando su matrimonio con el millonario Curtis Carey (Zachary Scott). Para ello no cejará en su empeño incluso en provocar la ruptura de este con su anterior novia –Donna (Joan Leslie), la joven que compartió con ella su apartamento- y al mismo tiempo mantendrá su latente relación con el rebelde escritor Nick Bradley (Robert Ryan), quien siempre tendrá a Christabel en sus deseos, pero finalmente se dará cuenta de la personalidad depredadora que la caracteriza.
Comentario: Basada en la novela All Kneeling (1928), de Anne Parrish, se trata del quinto largometraje de Nicholas Ray.
Los temas principales de este drama (codicia, engaño y exclusión) se presentan toscamente hilvanados entre sí e inmersos con poca precisión en los hechos. Falta un análisis psicológico que aporte explicaciones situadas más allá de la descripción. La reiteración de las conductas perversas sugiere la existencia de desequilibrios emocionales y psicológicos, derivados de posibles causas diversas: infancia desgraciada, dependencia económica mal asumida, el cambio de valores sociales que impone la gran ciudad, una personalidad insegura y falta de confianza en uno mismo. El guión no entra en esta línea argumental, por lo que la intensidad del drama pierde fuelle, calidez y emoción. El elevado número de responsables del guión podría explicar, al menos en parte, la falta de garra incisiva del relato y las lagunas que deja al descubierto. Tampoco aborda el diagnóstico del problema: desajuste de personalidad o desequilibrio paranoico. Por ello se da por buena la reacción general de ruptura, separación y exclusión de personas que necesitan, tal vez, apoyo y orientación (por enfermedad), en lugar de sanciones sociales.

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