lunes, 20 de enero de 2014

Efemérides de cine: Alma persa

El 20 de enero de 1977 se estrenó Alma persa (Anima persa), dirigida por Dino Risi. Protagonizada por Catherine Deneuve, Vittorio Gassman, Danilo Mattei, Anicée Alvina, Ester Carloni, Michele Capristi, Gino Cavalieri. Producción: Coproducción Italia-Francia; Dean Film/Les Productions Fox Europa.
Sinopsis argumentalTino, un chico de diecisiete años, llega a Venecia para vivir en la vieja y extraña mansión de sus tíos, Fabio y Sophia, e ir a clases de arte. Una noche se despierta con el sonido de un piano. Es Para Elisa, de Beethoven, tocada por una mano inexperta, como si fuera la de un niño. Incluso durante el día oye ruidos extraños. Annetta, la vieja sirvienta, le descubrirá el "secreto" de la casa.
Comentario: Basada en la novela homónima de Giovanni Arpino.
La acción principal se desarrolla en el interior del palazzo, una antigua mansión, envejecida por la erosión, el paso del tiempo y la falta de cuidados. Tinene algunas estancias extrañas y enigmáticas, como el ático, de acceso prohibido, y el antiguo teatro de la casa, abandonado, húmedo e invadido por el polvo y la humedad. Al igual que la casa, los personajes ocultan dualidades, base de comportamientos inconexos y, en ocasiones, contradictorios. La dualidad de la casa y de los personajes genera en torno a Tino una atmósfera de misterio, suspense y desconcierto, que le lleva a observar, preguntar e investigar, con escasos resultados. La trama se desarrolla lentamente, sosegadamente y sin sobresaltos, con la ayuda de potentes subrayados de imagen, el uso de símbolos inquietantes (imágenes ampliadas de insectos), el sonido de un piano ignoto, el frío de las habitaciones, la extraña relación de Fabio y Sofía, ocultación y lagunas de información, incoherencias entre lo aparente y lo real. La casa y los que la ocupan aparecen anclados en un pasado superado e irrecuperable. La indolencia, la mentira, la nostalgia del pasado y la emergencia de traumas psicológicos ocultos, conforman un panorama de decadencia malsana y de mediocridad, que se dibuja con eficiencia y fuerza. Se glosa, también, la lucha omnipresente entre la verdad y la mentira, la objetividad y la fantasía, la apariencia y la realidad, el bien y el mal. La obra guarda algunos paralelismos temáticos, no estilísticos, con El gatopardo (1963).
La música, de Francis Lai, evoca en el tema principal la morbidez y la sensualidad de la pasividad, la indolencia y el olvido del presente. Combina composiciones orquestales y solos de piano envolventes, de tonos graves. Destacan los temas Tino y Lucía y Por los canales de Venecia. Añade algunos compases de la sonata Para Elisa, de Beethoven. La fotografía, de Tonino Delli Colli, aporta una narración visual potente, que completa, subraya y da profundidad al relato. Se sirve de tomas largas, giros descriptivos, encuadres de detalle y combinaciones de colores que contrastan, acertadamente, cremas, dorados y grises con marrones y verdes oscuros. Las interpretaciones son adecuadas y convincentes, en especial la de Deneuve.

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