jueves, 4 de abril de 2024

“Los niños de Winton” y “La zona de interés”: dos grandes éxitos en las salas, dos maneras de contar la Shoá

Sofisticación formal para una, logro académico para la otra. En poco tiempo, el público francés se apasionó por dos películas británicas que abordan los horrores de la II Guerra Mundial y que difieren en todos los aspectos. 
Los niños de Winton (One Life, 2023), de James Hawes. 1987. Nicholas “Nicky” Winton es un anciano que vive junto a su mujer en su chalet de Maidenhead, en Inglaterra. Nicky mantiene aún vivos los recuerdos del pasado, cuando en 1938 puso en marcha con su madre y otros colaboradores el Comité Británico para los Refugiados en Checoslovaquia. La idea era ayudar a miles de familias checas que habían llegado a los suburbios de Praga en su huida de los Sudetes, zona recientemente anexionada al III Reich. Los niños de Winton es una película inspiradora, a la que le viene como un guante la célebre frase de Edmund Burke: “Para que triunfe el mal solo se necesita que los buenos no hagan nada”. Estamos ante una de esas historias en donde el modo de contarlas pasa a ser una cuestión secundaria, porque lo que de verdad importa son los sucesos heroicos que se narran, hechos que logran que el espectador siga creyendo en el ser humano.  
Romola Garai y Alex Sharp en Los niños de Winton (2023), de James Hawes.
A principios de año, sorprendió el entusiasmo del público por La zona de interés (The Zone of Interest, 2023), de Jonathan Glazer. Próxima por su elaborado estilo a una instalación de arte contemporáneo, esta crónica de la casa del director del campo de Auschwitz logró atraer a un gran número de espectadores a pesar de su estética altamente conceptual. El director inglés dialoga, de hecho, con las prohibiciones de representación decretadas por Claude Lanzmann, autor del documental-río Shoah. Todo el horror explícito del campo de concentración y exterminio está así contenido en el sonido de la película, un alboroto aterrador que la gente no parece escuchar. Cinta premiada en Cannes con el Gran Premio del Jurado, singular, inclasificable, que juega a romper el saque, subrayando la banalidad del mal y la indiferencia ante lo ajeno, que lo acompaña, nada importa sino el propio y egoísta interés personal, ni siquiera la supuesta causa a la que se sirve, que podría ser su contraria perfectamente.
La zona de interés (2023)

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