viernes, 17 de noviembre de 2023

Veinte operas primas española a redescubrir (II)

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6. Habla, mudita (1973) dirigida por Manuel Gutiérrez Aragón

Su acción transcurre en un macizo montañoso del norte de España. Allí vive una pastora muda, de la que nadie se ha preocupado por saber si podía hablar, con una familia dominada por la incultura y donde su hermano –también sordomudo– ha sido declarado por la UNESCO“el tonto más grande de España”. Don Ramiro, un estudioso del lenguaje que se encuentra de vacaciones por esos parajes, encuentra a la pastora y comprueba que, al chillar, también será capaz de emitir cualquier otro sonido, incluidas las palabras. Por ello intentará hacerla hablar convirtiéndola en el motor de su anodina existencia, aunque en el pequeño pueblo comienzan a circular todo tipo de rumores sobre el afán del profesor en educar a la joven muda. Rodada en el Refugio Nacional de Ávila, y en los pueblos de Bores y Bejes (Santander), supuso el debut en la dirección de Gutiérrez Aragón, que abordaba así su particular visión del mundo rural en un cuento sobre el aprendizaje producido por Elías Querejeta y con José Luis López Vázquez y Kiti Manver de protagonistas. La atmósfera que impera es de un mundo provinciano asfixiante, con un humor negro y una visión plana de la existencia.
Kiti Mánver y José Luis López Vázquez en Habla mudita (1973)

7. El espíritu de la colmena (1973) de Víctor Erice

Es considerada una de las películas más importantes del cine español. Víctor Erice con El espíritu de la colmena plantea una sincera muestra de cine poético en nuestro país, con reminiscencias del cine europeo de la época e incluso influencias de figuras como Andréi Tarkovksy. Se trata de una película rodada durante el franquismo, pero ambientado en los años 1940. Aborda el tema de la posguerra de manera muy sutil, desde los ojos de una niña de un pueblo de Castilla. Un día un camión llega al pueblo con un cine y proyecta El doctor Frankestein para los niños. La inocencia de Ana, la protagonista (interpretada por Ana Torrent), cambia a raíz de ese visionado. La mirada de Erice sobre la infancia muestra un tratamiento muy respetuoso y sensible. Habla de la mirada del niño que aún no es capaz de distinguir entre la realidad y la ficción. Unos seres pequeños cuya imaginación y curiosidad no entiende de límites y por ese motivo son aislados dentro de la familia y de la sociedad. Es una película sobre como el cine nos hace crecer. El director de fotografía de Erice, Luis Cuadrado, mostró con impactantes imágenes el paisaje de Castilla. Unos fotogramas que ya pertenecen al imaginario colectivo. La película se alzó con la Concha de oro en el Festival de San Sebastián y consagró a Erice como uno de los cineastas más sensibles de su tiempo. Erice más tarde dirigiría dos obras también de enorme reconocimiento y recorrido, como El sur (1983) y El sol del membrillo (1992), ésta última como un sincero acercamiento al cine documental.
Ana Torrent e Isabel Tellería en El espíritu de la colmena (1973)

8. Asignatura pendiente (1977), de Jose Luis Garci

Garci se estrenó en el cine con un drama romántico protagonizado por José Sacristán y Fiorella Faltoyano. Los protagonistas fueron novios de jóvenes y aunque ambos están casados, al reencontrarse vuelven a enamorarse recordando su relación y al constatar que nunca llegaron a hacer el amor. La película incluye sutiles críticas a las presiones de la estricta moral de los años 1950, y es una película bisagra que narra los últimos años del franquismo y los primeros de la transición. Jose Luis Garci realizó una película muy personal y trató de manera emotiva y tierna la relación entre los protagonistas. El director consiguió acercarse al espectador a través de un drama cotidiano. Rodaba un cine de cuyas historias podrían ser protagonistas nuestros padres o nuestros abuelos, ubicados en ciudades y lugares reales. Garci recurre a la melancolía en un período histórico y un paisaje concreto: el Madrid de los años 1970. Se convierte así en un relato generacional, de cuando en España se empezó a luchar por defender las libertades sociales que habían sido suprimidas durante décadas.
José Sacristán y Fiorella Faltoyano en Asignatura pendiente (1977)

9. Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980), de Pedro Almodóvar

Tras la muerte de Franco, en la segunda mitad de la década de los años 1970 y durante los años 1980 se produjo un despertar creativo, y sobre todo, sexual. El cine del destape apareció en España, las películas comenzaron a mostrar desnudos sin cortes ni tapujos (principalmente femeninos). Almodóvar se convirtió en uno de los iconos de la época, escandalizando con sus películas a la audiencia más puritana. El sexo ganó importancia en la pantalla desplazando a otros temas tan de moda como lo eran la droga o la posguerra. Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón es una comedia que cuenta la historia de tres chicas que viven en Madrid durante la época inicial de la Movida madrileña, cuya violación de una de ellas les cambia la vida. La película aborda temas como la homosexualidad, la prostitución, el sadomasoquismo sin ningún tipo de tabúes. Almódovar fue acusado directamente de estar rodando una película porno. Con un rodaje “semiclandestino”, filmada sin permisos, las críticas fueron diversas. La positiva recepción o el morbo (o ambas cosas) le facilitaron la producción de Laberinto de pasiones (1982) y Entre tinieblas (1983). Después de los primeros años de la transición la ropa volvió a las pantallas, cuando el destape perdió fuerza y se normalizó. Las cintas de Almódovar dejaron de ser tan escandalosas. Sin embargo, los temas de la identidad sexual, la pasión y el deseo se han mantenido como recurrentes en su cine hasta hoy.
 Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980) 

10. Demasiado viejo para morir joven (1988), de Isabel Coixet

Equis es un joven desorientado, que acompaña a su amigo ex rockero Taxi, que se gana la vida... con su taxi, como es de imaginar, y que entre el estrés de la urbe y los quebraderos de cabeza que le da su novia, anda un poco agobiado. Además anda por ahí Evax, mensajera que le echa cara a la vida soñando con grandes negocios. Isabel Coixet, quien también es autora, debutó en el largometraje, con 24 años, con esta historia juvenil urbana, y logró ser nominada al Goya a la mejor dirección novel.
Gerardo Arenas y Emma Suárez en Demasiado viejo para morir joven (1988)
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