domingo, 24 de febrero de 2019

Cine: 8 de marzo. Día Internacional de la Mujer (III)

Yo, la peor de todas (1990). Argentina. Dirección: María Luisa Bemberg Interpretación: Assumpta Serna, Dominique Sanda, Héctor Alterio, Lautaro Murúa, Graciela Araujo, Alberto Segado, Gerardo Romano, Franklin Caicedo. Guion: María Luisa Bemberg, Antonio Larreta (Novela: Octavio Paz). Música: Luis María Serra. Fotografía: Félix Monti. Productora: GEA Cinematográfica. Drama. Romance. Siglo XVII. América colonial. Religión. Literatura. Duración: 105 minutos. Asociación de Críticos Cinematográficos de Argentina: Mejor guión adaptado; Festival de Cine de Cartagena: Mejor película; Festival Internacional de Cine de Chicago: Nominada a mejor; Premios ACE: Mejor actriz (Assumpta Serna); Festival de Cine de Venecia: Premio OCIC. Inspirada en el ensayo Sor Juana o las trampas de la fe, de Octavio Paz, esta historia narra los últimos años de la célebre Juana Inés de la Cruz, conocida en México como la Décima Musa, que se encierra a los veinte años en un convento para poder estudiar. En esa época, el Virreinato de la Nueva España está fuertemente custodiado por la Corona de España y por la Iglesia católica, dos poderes muchas veces enfrentados. Toda la vida de sor Juana está marcada por esas dos fuerzas. Los virreyes la protegen. La Iglesia desaprueba a una monja que no solo enseña canto a sus alumnas, sino que también se dedica a la gastronomía, la poesía, el drama, la filosofía y la teología. Tampoco ve con buenos ojos los apasionados sonetos dirigidos a la virreina, la dulce marquesa de La Laguna, María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga. Sor Juana paga muy caro su fervor poético y más aún su atrevimiento teológico. Al regresar a España los virreyes, queda sola frente a su confesor, Calificador de la Inquisición, el padre Antonio Núñez de Miranda y frente al arzobispo de México: Su Ilustrísima don Francisco de Aguiar y Seijas, un misógino fanático que hace levantar las baldosas del arzobispado si ahí hubiera pisado una mujer. También el obispo de Puebla, monseñor Manuel Fernández de Santa Cruz, quien le tiende una trampa, en la que sor Juana cae con la ingenuidad de los inocentes. El cerco se va cerrando sobre ella. Finalmente, termina renegando de sus voces, de su inmensa fuerza creadora, de su talento.

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