sábado, 13 de julio de 2013

Biografías de cine: Rafael Gil

Rafael Gil Álvarez (Madrid, 22 de mayo de 1913), director, guionista y productor de cine español.
Empezó su actividad en 1931 como crítico cinematográfico, en el diario ABC y otras revistas especializadas como Popular Films y Films Selectos
Durante la Guerra Civil rodó varios documentales para el bando republicano, con el equipo de cine de la República dirigido por Antonio del Amo, para el que dirigió cortometrajes de índole social como Soldados campesinos y ¡Salvad la cosecha!. En 1939, sin embargo, ya al lado de los sublevados, realizó los cortos patrióticos Flechas y La corrida de la Victoria....
Una de las primera películas de Rafael Gil tras la serie de cortometrajes de propaganda realizada al final de la guerra civil fue con la que inició su relación con la productora valenciana CIFESA, dirigiendo su primera película en 1942, El hombre que se quiso matar, adaptación del cuento de Wenceslao Fernández Flórez y protagonizada por Antonio Casal. Rafael Gil volvió Un pueblo español. Federico es un joven que aspiraba a un alto puesto de una fábrica de cemento. Sin embargo, cuando le dan el trabajo a otra persona que no lo merece, Federico se deprime. El colmo llega cuando su novia decide abandonarle. Sin un duro y con todas las ilusiones perdidas, Federico toma la determinación de suicidarse. Un conocido le propone que no lo haga inmediatamente, sino que lo planee para al cabo de unos días y entretanto haga pública su decisión. Con esa estratagema podrá hacer lo que le venga en gana durante esos pocos días, ya que como él piensa suicidarse puede chantajear y conseguir lo que quiera... El resultado es una película formidable, con ritmo inusitado y un tono ligero que se agradece de veras. Los minutos pasan volando y el guión sabe sacar réplicas la mar de divertidas a esta magnífica farsa nacida de la pluma de Fernández Flórez. De fondo, hay un simpático ataque a todas las convenciones sociales que obligan a los hombres y a las mujeres a comportarse de un modo muy diferente a lo que son y a lo que piensan. Gran trabajo de Antonio Casal.
A continuación dirigió Viaje sin destino, también de 1942. Segunda colaboración en el terreno de la comedia entre Rafael Gil y el actor Antonio Casal, tras el debut del director en El hombre que se quiso matar (1942). Ambos cerrarían su trilogía cómica consecutiva con Huella de luz. En esta ocasión se mezcla lo cómico con el cine policiaco. Todo comienza cuando la agencia de viajes “Panorama” tiene graves problemas financieros. Así que uno de sus empleados tiene la original idea de organizar unos viajes sorpresa donde los viajeros no sepan el destino. El primer grupo que se forma va a parar sin querer a una misteriosa mansión donde comienzan a suceder hechos extraños y uno de los viajeros es asesinado. La película obtuvo el octavo premio del Sindicato Nacional del Espectáculo.
También en 1943 realiza Huella de luz, adaptación de una novela de Wenceslao Fernández Flórez, que da como resultado una comedia sentimental de corte social, cercana al cine de Frank Capra, de quien su director era un gran admirador. En ella, el empleado de una empresa (Antonio Casal) pasa por graves problemas económicos que le impiden casi comer. De ahí que un día se desmaye en mitad del trabajo. En lugar de ser despedido, el director de la compañía decide invitarle a un balneario con todos los gastos pagados para que se reponga. De narrativa impecable, constituye un buen ejemplo de cine de calidad a través de CIFESA, que había contratado a Gil. Éste se apoyó en los que serían algunos de sus más cercanos colaboradores a lo largo de los años: el director de fotografía Alfredo Fraile, el músico Juan Quintero y, sobre todo, el decorador Enrique Alarcón, que estuvo presente en casi toda su obra desde éste filme hasta su última película Las alegres chicas de Colsada (1983). Mejor película del año para el Sindicato Nacional del Espectáculo.
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Su primer gran éxito fue Eloísa está debajo de un almendro, de la que también fue guionista, su cuarto largometraje, adapta la obra de teatro del mismo título, estrenada en 1940, de Enrique Jardiel Poncela, producida también por CIFESA. Ganó el cuarto premio de la sección de cine del Sindicato del Espectáculo. Contó con las interpretaciones de Amparo Rivelles y Rafael Durán. Tras sus estudios en el extranjero, Fernando regresa a su casa. Allí tendrá que hacerse cargo de una misteriosa misión que, a través de una carta, le encomienda su difunto padre: encontrar al culpable de la muerte de su amante. En sus pesquisas, Fernando encontrará todo tipo de extraños tipos más cercanos a la locura que lo que él hubiese imaginado.
El éxito impulsó a Rafael Gil a continuar su relación con CIFESA, con la que llegó a dirigir ocho películas, de las que casi todas obtuvieron un fuerte éxito. Entre las que destacan:
  • El clavo (1944). Un juez de un pueblo de Castilla coincide en una diligencia con una hermosa dama, a la que corteja. Aunque ella es una mujer misteriosa, que al principio le contesta con evasivas, acaban enamorándose. Se separarán con la promesa de volver a verse, pero una serie de fatalidades les separan, y no vuelven a verse. Él ocupara su plaza en un pueblo perdido, y allí se entretiene investigando el misterio de un cráneo encontrado en un cementerio con un clavo incrustado en su cerebro.Una de las películas españolas más aclamadas y reivindicadas por la crítica, llegándose a comparar su historia de amor con algunas del cine clásico norteamericano (Rebeca, Jennie...). Su tono onírico y su ambiente de cine negro, la convierten en un extraño ejemplo dentro del cine de su autor, que logra crear con autonomía propia un romance fantástico, obsesivo y desesperado. El propio Gil escribió el guión basándose en una novela corta de Pedro Antonio de Alarcón. Los actores están maravillosos, desde la pareja protagonista, Amparo Rivelles y Rafael Durán, hasta el grandísimo secundario Juan Pantaleón.

  • El fantasma y doña Juanita (1944), también guionista. Adaptación de la obra de José María PemánLa última película de Rafael Gil para CIFESA fue esta comedia de 70 minutos, adaptación de una obra de José María Pemán. En ella, una mujer cuenta a su sobrina una historia de amor que le ocurrió a ella durante su juventud cuando se enamoró de un payaso de circo. En sus imágenes se nota el gusto de su director para los pequeños detalles, de su talento social para crear todo tipo de personajes y situaciones. Una obra sensible y emotiva, con estupendos secundarios como José Isbert, Juan Calvo y Camino Garrigó. El Círculo de Escritores Cinematográficos consideró a Mary Delgado la mejor actriz del año; y quinto premio a la mejor película por el Sindicato Nacional del Espectáculo.
Don Quijote de la Mancha (1947), guión suyo, adaptación de la excelsa obra de Miguel de Cervantes.La inmortal obra Don Quijote de La Mancha, considerado el segundo libro más importante de la historia después de La Biblia, ha sido llevada al cine en numerosas ocasiones, eso sí, sin mucha fortuna de cara al público. Antes del filme de Rafael Gil destacan varias películas mudas, además de la francesa Don Quijote, de G. W. Pabst (1933). Esta costosa producción de Cesáreo González, se rodó en escenarios naturales de Madrid, La Mancha, Valencia, Toledo y Sierra de Guadarrama, contando con un elevado metraje de 137 minutos y una excelente labor de fotografía a cargo de Alfredo Fraile. Sin embargo, le falta emotividad y aventura. En su reparto nombres tan conocidos como los de Fernando Rey, Manuel Morán, Sara Montiel, Julia Caba Alba, María Asquerino y Conrado San Martín. El Círculo de Escritores Cinematográficos premió a Rafael Rivelles como mejor actor protagonista.

Para Suevia Films-Cesáreo González realizó:

  • La pródiga (1946), Con éste título Rafael Gil comienza su colaboración con la productora Suevia Films, donde estuvo durante cinco años acrecentando su prestigio. Basado en la novela La pródiga de Pedro Antonio de Alarcón, sobre la vida de un joven político que dejó su carrera por amor a una mujer a la que todos llamaban 'La pródiga'. El film, de excelente factura técnica, cuenta con un gran trabajo del operador Alfredo Fraile, decorados de Enrique Alarcón, música de Juan Quintero y vestuario de Humberto Cornejo. En su destacable reparto: Alberto Closas, la italiana Paola Barbara, Rafael Durán, Maruchi Fresno, Fernando Rey, Angel de Andrés, María Lado, Irene Caba Alba y un joven Francisco Rabal en su debut en pantalla (aunque no figura en los títulos de crédito). Batió record de premios en el Círculo de Escritores Cinematográficos: actor protagonista (Rafael Durán), actor de reparto (Fernando Rey), fotografía, decorados y música.

  • La fe (1947). Uno de los títulos más conocidos –y polémicos– de nuestra cinematografía. Rafael Gil y Antonio Abad Ojuel escribieron la adaptación de la obra La fe, de Armando Palacio Valdés. En ella, el padre Luis es un hombre de fe que cumple con su oficio en el pueblo de Peñascosa. Allí conoce a una bella joven llamada Marta, que parece bastante interesada en cuestiones religiosas, tanto es así que convence a Luis que la acompañe a un convento para ingresar como monja de clausura. Durante el camino paran en una posada y allí es donde Luis deberá poner a prueba su fe. Excelente interpretación del cuadro femenino de la cinta, Amparo Rivelles y Camino Garrigó, ambas consideradas mejores actrices principales y de reparto, respectivamente, por el Círculo de Escritores Cinematográficos. Mejor película del año para el Sindicato Nacional del Espectáculo.
  • La calle sin sol (1948). Primero de los tres guiones que Miguel Mihura escribió para el director Rafael Gil junto a Una mujer cualquiera y ¡Viva lo imposible!. Todo un lujo si tenemos en cuenta que estamos hablando de una de las máximas figuras del teatro y el humor español, adaptado al cine en numerosas ocasiones (el último ejemplo es el de José Luis Garci en Ninette). Film que mezcla el cine negro con el melodrama y que tiene su acción en el Barrio Chino de Barcelona. Amparo Rivelles es una joven cuyo padre regenta un local, y allí conoce a un individuo de mala fama del que se enamora. Ella cree que puede ser un delincuente.
  • Mare nostrum (1948. Primera de las tres películas que rodó la estrella mexicana María Félix a las órdenes de Rafael Gil (las otras dos serían Una mujer cualquiera y La noche del sábado). Su pareja es Fernando Rey, otro de los asiduos del director madrileño con quien trabajó en seis ocasiones.  El film, adaptación de la novela de Vicente Blasco Ibáñez, es un remake de la producción norteamericana de igual título, dirigida por Rex Ingram en 1926 con Antonio Moreno y Alice Terry de protagonistas. Su argumento nos remite al Nápoles de 1939, cuando una bella espía se enamora del capitán de un barco mercante español. Rodada en Valencia, Nápoles, Pompeya y Paestum constituyó un gran acontecimiento en su momento. El Círculo de Escritores Cinematográficos premió a Rafael Gil como mejor director y a Fernando Rey como mejor actor; por su parte el Sindicato Nacional del Espectáculo le otorgó una Mención Especial como mejor película del año.
  • Aventuras de Juan Lucas (1949). De las 16 películas que Rafael Gil firmó en la década de los 40, tan sólo cinco procedían de guiones originales. El resto fueron adaptaciones de novelas u obras teatrales de autores de la talla de Blasco Ibáñez (Mare Nostrum), Wenceslao Fernández Flórez (Huella de luz), Jardiel Poncela (Eloísa está debajo de un almendro), José María Pemán (El fantasma y doña Juanita) y el mismísimo Cervantes en Don Quijote de la Mancha. Así que no fue nada extraño el que para Aventuras de Juan Lucas echase mano del texto de Manuel Halcón, situado en la Andalucía de 1808. Allí Juan Lucas se convertirá en bandido casi por casualidad, aunque una vez lidera a los bandoleros luchará valientemente contra loas huestes napoleónicas. Un trepidante film de aventuras, en el que su director deja impresa su admiración por los espacios abiertos en los westerns de John Ford.
  • La noche del sábado (1950). Adaptación de una obra de Jacinto Benavente –escrita en 1903 y su primer gran éxito en teatro– convertida en una película coral, que se sostiene gracias a un reparto encabezado por la actriz mexicana María Félix, una morena destacable por su coraje, vigor, sensualidad y fuerte personalidad que ofreció grandes momentos en el cine europeo y mexicano. El resto de nombres está a su altura: Rafael Durán, José María Seoane, María Rosa Salgado, Virgilio Teixeira, Mariano Asquerino, Juan Espantaleón, Julia Delgado Caro, Luis Hurtado, María Asquerino, Manuel Kaiser, José Prada y un jovencito Fernando Fernán Gómez. Los hechos se desarrollan en una estación termal entre Francia e Italia, donde están alojados varios huéspedes. Enrique Alarcón hizo un memorable trabajo en la dirección artística y por esta labor fue recompensado por el Sindicato Nacional del Espectáculo.
  • Teatro Apolo (1950). Su acción tiene lugar a finales del siglo XIX, cuando un cantante mexicano llega a Madrid para vender los bienes de su padre y se enamora de una corista que trabaja en el mencionado teatro Apolo. El argumento es del propio realizador, y nunca oculta que se trata de un producto para mayor gloria de la estrella mexicana Jorge Negrete (1911- 1953), una de las leyendas de la ranchera que sería mitificado tras su muerte. Por Teatro Apolo, la también actriz y cantante María de los Ángeles Morales consiguió el premio a la mejor actriz por el Círculo de Escritores Cinematográficos.
  • La otra vida del capitán Contreras (1955).Fábula sobre viajes en el tiempo según una obra de Torcuato Luca de Tena con un guión de él mismo y Vicente Escrivá. Comienza su argumento en el Toledo del siglo XVI, donde un alquimista ofrece una poción mágica al célebre héroe capitán Contreras, encarnado por un Fernando Fernán Gómez, divertido y repleto de recursos. Así, Contreras acaba en nuestro tiempo, donde vivirá toda clase de aventuras, conocerá pillos en forma de periodistas y se enamorará de una joven. Y sí, es cierto, todo ello recuerda a la farsa francesa Los visitantes (1993). Contiene situaciones hilarantes muy bien resueltas por su director, así como una gran cantidad de personajes, a cada cual más ingenioso, representados por secundarios de la talla de Fernando Sancho, Félix de Pomés, Antonio Riquelme y Juan Calvo.
  • La reina del Chantecler (1962). Otro de los mayores éxitos de Sara Montiel que, tras arrasar en taquilla con El último cuplé, no tuvo más remedio que intervenir en otras películas musicales de temática similar como Mi último tango, Samba y La violetera. Producida por Suevia Films, se filmó a todo color una historia que transcurre en el teatro Chantecler, situado en el Madrid de 1916. Allí actúa cada noche “La bella Charito”, una atractiva y deseada mujer, enamorada de un hombre que le es infiel. El Sindicato Nacional del Espectáculo la concedió el tercer Premio a la mejor película del año, y Enrique Alarcón fue considerado el mejor decorador. Alarcón se convertiría en uno de los directores artísticos fijos en el equipo técnico de Rafael Gil.
  • Chantaje a un torero (1963). Manuel Benítez, “El Cordobés”, había tomado la alternativa de Antonio Bienvenida en la ciudad de Córdoba en 1963. Un año antes, su fama era tal que ya había protagonizado su primera película, Aprendiendo a morir, de Pedro Lazaga. Así que no fue de extrañar que volviese al cine. Pero sus dotes como actor no eran las mismas que como torero, y ya no volveríamos a verle en pantalla. Mezclando el cine folklórico de toros con el género negro, en su trama Juan y “Calero” son dos amigos que acampan en la plaza de toros de Málaga en espera de que alguien les dé la oportunidad de demostrar lo que saben. Gracias a una hábil campaña de promoción son contratados por un apoderado. Tras la primera corrida, “Calero” triunfa pero su amigo no consigue hacerlo. Desilusionado, Juan decide regresar a sus viejos hábitos de delincuente en compañía de su banda.
  • La vida nueva de Pedrito de Andía (1965). El niño cantante prodigio José Jiménez Fernández, “Joselito”, se convirtió en todo un acontecimiento en su época, triunfando en sus giras por Europa y Latinoamérica con tan sólo diez años de edad. Tras el éxito rotundo de El pequeño ruiseñor, de Antonio del Amo (1956), su carrera en el cine se vio una y otra vez abocada a parecidos argumentos: muchacho pobre de buen corazón que triunfa gracias a su prodigiosa voz. Cuando llegó como actor dramático con 17 años a La vida nueva de Pedrito de Andía, su carrera estaba a punto de terminar. Todo ello a pesar de las buenas intenciones del director, que adaptaba la obra de Rafael Sánchez Mazas. En ella, Pedrito de Andía es un muchacho que espera con ilusión la llegada a su pueblo de Isabel, su amiga de infancia que se marchó a estudiar al extranjero. Pero cuando ella aparece los sueños de Pedrito se desvanecen: Isabel es una mujer y él todavía tiene cabeza grande y cuerpo adolescente.
  • Camino del Rocío (1966). Adaptación de la novela La Virgen del Rocío ya entró en Triana, comenzada por Alejandro Pérez Lugín y terminada por José Andrés Vázquez. Se trata de la típica comedia simpática y musical, para mayor gusto folklórico de su protagonista femenina Carmen Sevilla. Fue la primera película de la actriz para Rafael Gil, con quien volvería a colaborar casi consecutivamente en dos cintas igualmente intrascendentes como Un adulterio decente y El Relicario. La música y canciones son de Augusto Algueró y Antonio Guijarro, con letras de las sevillanas rocieras a cargo de Rafael de León. Hay que recordar que Carmen y el compositor Augusto Algueró se habían casado en 1961 en la Basílica de Nuestra Señora del Pilar en Zaragoza.

Para ASPA Producciones Cinematográficas:

  • La señora de Fátima (1951). Filmada en la auténtica localidad portuguesa de Fátima y en los alrededores de Madrid (en Miraflores), Rafael Gil y Vicente Escrivá aprovecharon unos hechos reales que conmovieron a católicos de todo el mundo para ofrecer una visión patriótica-religiosa-política de la sociedad española del momento, con desconcertantes momentos anticomunistas que no venían mucho al caso. Una lástima porque está muy bien rodada y cuenta con escenas realmente emotivas. En octubre de 1917, tres niños pastores afirmaron haber visto a la Virgen. Las gentes del lugar reaccionan de muy diferentes maneras a estas apariciones, produciéndose un peregrinaje hasta ese sitio, que en el futuro daría pie a un célebre santuario mariano. José Nieto ganó el galardón como mejor actor de reparto por el Círculo de Escritores Cinematográficos; y el Sindicato Nacional del Espectáculo la consideró la mejor película del año.
  • Sor intrépida (1952). En su época fue declarada “de Interés Nacional” por sus valores humanos, se trata de un homenaje a todas las religiosas que, a pesar de las dificultades, siguen adelante en su quehacer diario, tanto en los problemas cotidianos como en la dura lucha en las Misiones (en este caso en las Indias). Protagoniza la actriz Dominique Blanchar, y cuenta con una cuidada fotografía en blanco y negro de Alfredo Fraile. El Círculo de Escritores Cinematográficos premió como mejor decorador a Enrique Alarcón; y el Sindicato Nacional del Espectáculo la consideró la mejor película del año.
  • De Madrid al cielo (1952). Comedia romántica y sentimental, que significó el primer guión de Vicente Escrivá para Rafael Gil. Se apoya principalmente en un buen reparto encabezado por la cantante María de los Angeles Morales, acompañada de Gustavo Rojo, Julia Caba Alba, Félix Fernández, Rosario García Ortega, Mapi Gómez y el indispensable Manolo Morán. El argumento vuelve a incidir en la distancia entre el mundo rural y el de ciudad. A Madrid llega Elena dispuesta a triunfar como cantante. Pero ha de conformarse con poder vivir en una buhardilla donde tiene como vecino a Pablo, un aspirante a pintor. Ambos traban buena amistad, hasta que Pablo, harto de no tener oportunidades en España, se marcha a París. Mientras, Elena logra trabajo en un humilde salón.

  • La guerra de Dios (1953). Uno de los títulos más célebres de Rafael Gil, tanto por el realismo de sus escenas como por su intento de mostrar la lucha de clases en el mundo rural. A pesar de que fue prohibida durante algunos meses cuando el Colegio de Médicos protestó porque uno de los personajes de la cinta era poco escrupuloso en su oficio, fue declarada “de Interés Nacional”. Dentro de su temática de cine social encontramos un pueblo minero donde el joven sacerdote Andrés lucha con todas sus fuerzas para ayudar a los trabajadores. Cuando se produce un accidente en la mina, consigue la unión de todos ellos. Paco Rabal ganó el premio al mejor actor por parte del Círculo de Escritores Cinematográficos. El filme también fue galardonado con la Concha de Oro en el Festival de Cine de San Sebastián, además de conseguir el premio al mejor director. En la Mostra de Venecia consiguió el León de Bronce a la mejor película.

  • El beso de Judas (1954). Última de las películas patrióticas-religiosas dirigidas por Rafael Gil y producidas y escritas por Vicente Escrivá tras Sor intrépida, La guerra de Dios y La señora de Fátima. Hay que recordar que, desde éste último título de 1951, y hasta 1956 (La gran mentira), Gil y Escrivá colaboraron consecutivamente en nueve películas. Declarada “De Interés Nacional”, El beso de Judas es una visión de Jesucristo a través de la figura del discípulo traidor, que acabó vendiéndole por treinta monedas. Su cuarteto masculino lo representan cuatro de los actores más utilizados en el cine del director: Paco Rabal, Rafael Rivelles, Gérard Tichy y Fernando Sancho. Rodado con decorados de gran superproducción a cargo de Enrique Alarcón y Francisco R. Asensio, el filme obtuvo una Mención Especial OCIC a la mejor película en el Festival de Cine de Venecia.
  • Murió hace quince años (1954). Cine político y anticomunista según la adaptación de la obra homónima escrita por José Antonio Giménez Arnau. Un español que ha permanecido en Rusia tras la guerra, donde llegó siendo un niño, regresa a España para espiar a su padre, el Jefe del Servicio Español de Información. Éste le recoge sin sospechar los terribles fines del hijo. Sin embargo, una vez comienza a ver los progresos de la sociedad española, hace que comiencen sus dudas sobre si seguir adelante con sus planes.  Dejando a un lado –si se puede– su carga ideológica, se trata de un sólido melodrama sobre el pasado repleto de simbología, detalles, personajes y emociones que elevan la categoría artística de su director. Premio del Sindicato Nacional del Espectáculo como mejor película del año.
  • El canto del gallo (1955). Uno de los muchos títulos anticomunistas realizados en la época y que, por éste motivo, fue declarada “De interés general” por el régimen franquista. A pesar de su carga política, está dirigida con oficio y creciente tensión. Todo transcurre en un momento indeterminado de Hungría, donde un sacerdote duda si debe renunciar a su fe para salir libre de la cárcel. El comisario del Partido le persigue en una estupenda y antológica secuencia en unas alcantarillas. Mezcla elementos de cine negro y cuenta con una creíble pareja protagonista, Paco Rabal y Gérard Tichy. Éste último, que llevaba haciendo cine en nuestro país desde 1949, y que su último título lo rodó en 1985, ganó el extraño galardón de “mejor actor extranjero en película española” por parte del Círculo de Escritores Cinematográficos.
  • La gran mentira (1956). Última película de Rafael Gil con guión de Vicente Escrivá, tras varias películas consecutivas en común. Producida por Aspa Films, en ella asistimos a las malas artes de un actor (excelente Paco Rabal) que intenta recuperar su popularidad de cualquier forma. Para ello se aprovecha de una muchacha inválida que ha ganado un concurso radiofónico, e intenta aparentar que verdaderamente le importa. Una visión crítica del mundo del espectáculo, con la consiguiente moralina final de que el fin no justifica los medios. Tuvo cierto impacto popular, y el Sindicato Nacional del Espectáculo le concedió los galardones correspondientes a mejor música para el maestro Jesús Guridi y mejores decorados para Enrique Alarcón.

  • Un traje blanco (1956).Drama social de espíritu infantil cuya historia viene motivada por un caso real que conmocionó a la opinión pública: el asesinato de la niña italiana María Goretti cuando iba camino de la catequesis para preparar la Primera Comunión, más tarde canonizada. Sin llegar a extremos tan trágicos en su guión, situado en una ciudad de Castilla, encontramos a Polonio, que se prepara con ilusión para el día de su Primera Comunión probándose un traje blanco. Marcos, uno de sus amigos, le observa con envidia ya que sus padres, que son pobres, no pueden comprarle un traje tan bonito para celebrar este día tan especial.  Film de marcada sensibilidad, logró distintos galardones: mejor fotografía para Cecilio Paniagua por el Círculo de Escritores Cinematográficos; y mejor música (Jesús Guridi) y tercer premio a la mejor película, por parte del Sindicato Nacional del Espectáculo.

  • Camarote de lujo (1957). Tragicomedia rodada en color sobre un aldeano que llega a la capital con el fin de conseguir trabajo en una agencia donde se colocan a emigrantes. Debido a su buen corazón no puede consentir que se cometa una injusticia con uno de éstos emigrantes, por lo que es despedido de su trabajo. Buena fotografía de Alfredo Fraile y esforzada interpretación de Antonio Casal. Se trata de la adaptación de una obra llamada Luz de luna, escrita por Wenceslao Fernández Flórez, autor de quien el cine español tardaría en sacar partido a través de su obra cumbre El bosque animado, transformada en película por José Luis Cuerda en 1987.

Otras productoras:

  • El gran Galeoto (1951) para Intercontinental Films S.L. Versión cinematográfica de la obra de José Echegaray, un melodrama romántico exquisitamente convertido en imágenes por Rafael Gil. En el mismo, un músico llamado Ernesto no tiene más remedio que permanecer en Madrid debido a que su padre ha fallecido. Comparte la casa con Julio, su albacea, casado a su vez con una bella actriz llamada Teresa de la que, hace tiempo, Ernesto estuvo enamorado. Una tensión creciente entre los dos hombres, y diversos acontecimientos que suceden en el lugar, hará que todo culmine trágicamente. Destaca el buen hacer de su trío protagonista –Ana Mariscal, Rafael Durán y José María Lado–, así como la fotografía de tono crepuscular de Enrique Guerner y Michel Cléber, éste último un prestigioso operador ruso que llegó a España huyendo de los nazis y se hizo un importante hueco en nuestra cinematografía.


  • Verd madur (Siega verde) (1960) para Pirene Films S.A. Una de las películas que Rafael Gil dirigió sobre el mundo rural. La trama nos lleva hasta los Pirineos Catalanes, con el enfrentamiento entre las dos familias con más importancia del lugar: los Pujalt y los Xanot. Mientras los primeros han conseguido amasar una gran fortuna, los Xanot atraviesan algunos problemas económicos. En esta última casa nace una bella muchacha llamada Xana, que crece feliz y despreocupada en el ambiente del campo. Sobresale la fotografía en color de Enrique Guerner y Cecilio Paniagua, dando como resultado un buen melodrama que sería premiado como mejor filme por el Sindicato Nacional del Espectáculo. El compositor catalán Xavier Montsalvatge fue considerado el mejor del año por el Círculo de Escritores Cinematográficos.


  • Cariño mío (1961). Coproducción España-Alemania; Buhigas Films/Thalia-Filmproduktion.Comedia donde se intenta repetir la fórmula romántica de éxito alcanzada por su protagonista masculino –Vicente Parra– en ¿Dónde vas, Alfonso XII?, que Luis César Amadori había dirigido en 1958. De nuevo se ponen de manifiesto todos los lujos de la realeza europea, esta vez en una historia de enredos sin muchos alicientes. Verónica, hija de un multimillonario y ahijada de la duquesa de Deesen, viaja hasta esta localidad germana para asistir a un acto social. En el avión coincide con Miguel, heredero al trono, y ambos se mienten: ella le dice que es una secretaria y él que trabaja de camarero. Todo acabará felizmente cuando se encuentren en la recepción de palacio. Como nota anecdótica comentar que Vicente Parra intervino en una película erótica de 1979 con un título muy similar... Cariño mío, ¿qué me has hecho?, de Enrique Guevara.
  • Tú y yo somos tres (1962). Coproducción España-Argentina; Coral Producciones Cinematográficas/Internacional Productora de Peliculas Argentinas, S.R.C. Un poeta sudamericano llamado Rodolfo lleva algún tiempo carteándose con una muchacha española llamada Manolita. Tanta carta, repleta de declaraciones de amor, culmina en una boda por poderes. En el aeropuerto, esperando ilusionada la llegada de su nuevo esposo, Manolita recibirá la sorpresa de su vida: ¡Rodolfo tiene un hermano siamés!. Una de las obras teatrales surrealistas e hilarantes de Enrique Jardiel Poncela, llevada con ritmo y eficacia al cine por Rafael Gil. Lo mejor es su reparto, con un puñado de secundarios de lujo como José Rubio, Ismael Merlo, Licia Calderón, Pepe Isbert y José Luis López Vázquez, acompañando a la pareja protagonista Alberto de Mendoza y Analía Gadé. Ésta última, una de las actrices más brillantes de nuestro cine, acabaría siendo una de las musas del director, con quien volvería a trabajar en títulos como: La mujer del otro, Nada menos que todo un hombre, La duda y El mejor alcalde, el Rey. 


  • Samba (1965). Coproducción España-Brasil; Condor Filmes / Suevia Films.Una producción musical de Cesáreo González P.C. que intentaba seguir explotando el filón de Sara Montiel en El último cuplé, de Juan de Orduña (1957) y La reina del Chantecler, del propio Gil. Lo que ocurre es que el público ya comenzaba a dar la espalda a tantos reciclajes argumentales, y Samba no fue un éxito tan potente como los dos títulos antes mencionados. En esta ocasión el drama nos lleva hasta Brasil, donde una famosa cantante llamada Laura trae de cabeza a un anciano millonario con las facultades mentales perturbadas. Obsesionado por los celos, asesina al novio de Laura y encarga a unos contrabandistas que escondan el cuerpo. Pero la casualidad hace que éstos encuentren a una joven de enorme parecido físico con Laura y tramen un plan para hacerse con el dinero del viejo haciéndole creer que ambas mujeres son la misma persona.


  • Sangre en el ruedo (1968) para Hidalgo Producciones Cinematográficas.  En un solo año –1968– el director Rafael Gil pasó de la españolada picante (Verde doncella) a la españolada con famoso (Pedro Carrasco en El marino de los puños de oro), hasta la españolada taurina en Sangre en el ruedo donde contaba con la presencia de Ángel Teruel. Lo que da muestra de hasta qué punto comenzaba a diluirse el talento de uno de los grandes directores del cine español. La trama de este film comienza cuando el torero Manuel resulta cogido gravemente en la plaza. Algo que siempre estará presente en la vida de Juan, su amigo y compañero de corrida que, en ese momento, no pudo hacerle el quite a tiempo. Por culpa de esta circunstancia, Manuel lleva 20 años retirado en su finca deseando olvidar el mundo del toro. Algo que no será fácil porque su hijo sueña con triunfar vestido de luces, por lo que no duda incluso con enfrentarse a su padre. Decidido a ser torero, el joven es contratado por Juan, ahora apoderado y que ignora su identidad. José Bódalo ganó como mejor actor secundario por el Sindicato Nacional del Espectáculo.


  • La guerrilla (1972) para Coral Producciones Cinematográficas/Universal Productions France . Coproducción entre España y Francia rodado en La Alberca, cerca de Las Hurdes. Según el propio director, “un film pacifista que se plantea la guerra y sus horrores con sinceridad”. Se trata de la adaptación del texto La guerrilla, de Azorín. Su acción se desarrolla en 1808, en plena invasión de las hordas de Napoleón, en un pueblo de la Sierra de Madrid, y narra el trío amoroso entre un líder guerrillero, su novia y un oficial francés de quien la muchacha se ha enamorado. Los avatares del conflicto harán que todo culmine trágicamente. Convenció a 317.330 espectadores, y está protagonizada por Francisco Rabal, que hizo catorce películas con el director. A pesar de las discrepancias políticas que existían entre ambos el actor siempre mostró un gran cariño por Gil, de quien alababa tanto su persona como su cine: “Sus películas están bien hechas, con oficio y con gusto, con dignidad”.


  • El mejor alcalde, el rey (1974). Coproducción España-Italia; Compagnia Cinematografica Champion/Coral Producciones Cinematográficas/Midega Film. Una adaptación del clásico de Lope De Vega que, a pesar de su costosa producción, recaudó tan sólo unos 60.000 euros. La conocida historia de cómo, en plena Edad Media, un cacique no hace más que acosar a una bella muchacha que está prometida a uno de sus criados. Es entonces cuando, para evitarlo, se exige la justicia del mismísimo Rey. Rafael Gil fue uno de los mejores cineastas españoles en adaptar piezas teatrales –no en vano había nacido en el Teatro Real, donde trabajaba su padre–, pero aquí se topó con un reparto erróneo formado por la italiana Simonetta Stefanelli y el inglés Raymond Lovelock. Éste último también intervino en otras dos coproducciones con España: No profanar el sueño de los muertos, de Jorge Grau (1974) y Experiencia extramatrimonial de una esposa, de Mauro Ivaldi (1978).






  • ...Y al tercer año, resucitó (1980) para Cinco Films. Adaptación cinematográfica de una de las novelas más vendidas en su tiempo, escrita por Fernando Vizcaíno Casas. En ella se nos propone un juego –algo macabro, la verdad– consistente en hacer creer a los españoles que Franco regresaba a la vida. La broma de su título está en que, en lugar del tercer día de Jesucristo, el Generalísimo lo hacía al tercer año. Todo comienza una mañana del 20 de noviembre de 1978, cuando un camionero recoge a un extraño individuo en mitad de la carretera. Cuando éste le indica que le lleve al Palacio del Pardo (residencia oficial del dictador), el camionero se da cuenta de quién puede ser el autoestopista. Es entonces cuando comienza a circular el rumor de que Franco regresa para tomar las riendas del Estado, pues muchas cosas van cambiando sobre la marcha en España. Colaboran algunos de los técnicos habituales en el cine de Gil como José Luis Matesanz en el montaje y José F. Aguayo en la fotografía. Es duro admitirlo, pero tiene momentos francamente (con perdón) divertidos.


  • Las autonosuyas (1983) para Filmayer Producción. Adaptación de uno de los muchos best seller escritos por el escritor conservador Fernando Vizcaíno Casas y que, casi siempre, venían a mover algunos de los frágiles cimientos de la Transición Española. En este caso le tocó el turno al tema de las Autonomías y los idiomas co- oficiales de Galicia, Cataluña y El País Vasco. Tratado en un tono de farsa, su argumento nos traslada hasta un pueblo llamado Rebollar de la Mata, donde se ha constituido el Ente Autonómico Serrano. Así todos los alcaldes pueden, según expresión popular, “chupar del bote”, mediante enormes sueldos, dietas, coches oficiales, seguridad, secretarias... y otras prebendas. A partir de ahora, el alcalde de Rebollar será Presidente de esta Comunidad instalando como idioma oficial el “farfullo”. José Bódalo ganó el premio del Círculo de Escritores Cinematográficos al mejor actor de reparto. Fue la última colaboración entre Gil y el actor Fernando Sancho, tras una fructífera e intermitente unión que había comenzado en 1951 con El gran Galeote.
  • Las alegres chicas de Colsada (1984) para Encite Coral. Última película de Rafael Gil, uno de los directores más conocidos del franquismo que, la verdad, no supo adaptarse al cine de la democracia. Está producida por él mismo a través de Coral P.C., compañía que fundó a finales de los años 50 para tener más autonomía de cara a sus filmes. Con guión de Fernando Vizcaíno Casas, busca un homenaje a la Revista Española sin darse mucha cuenta de que el público reclamaba otro tipo de argumentos. Sitúa la acción en Madrid durante 1946. Allí, en un ambiente desolado por la guerra, Elena busca trabajo tras haber perdido a su padre. Entra en contacto con un personaje perteneciente al mundo del teatro y, pronto, Elena se convertirá en una chica de Revista. Protagoniza la por aquel entonces conocida vedette, Tania Doris.

Para Coral Producciones Cinematográficas: 


  • ¡Viva lo imposible! (1958). Comedia utópica que entronca con la tradición americana de argumentos sensibles y personajes entrañables de Frank Capra. Con un guión basado en la obra de teatro de Miguel Mihura y Joaquín Calvo Sotelo, se trata de cómo la familia López decide abandonar su trabajo de simples empleados y vivir la vida como una aventura, enrolándose en un circo sin importarles las consecuencias. Una fábula muy humana, con estupendos actores entre los que se encuentra el joven Miguel Gila, y que proporcionó a Manolo Morán el premio al mejor actor por el Sindicato Nacional del Espectáculo. Fue la primera película producida por Rafael Gil a partir de su recién creada Coral P.C., compañía que fundó tras romper su fructífera colaboración con Vicente Escrivá.
  • La casa de la Troya (1959). Adaptación de una obra de Alejandro Pérez Lugín, de quien el propio Rafael Gil ya había llevado al cine Currito de la Cruz y Camino del Rocío. Se trata de una comedia donde el joven Gerardo es enviado por sus padres desde Madrid a Santiago de Compostela, para que pueda terminar sus estudios. Al llegar, la ciudad gallega le parece triste y aburrida. Todo cambiará cuando un amigo le recomienda que se instale en una residencia de estudiantes conocida como La Casa de la Troya, donde viven otros compañeros que se lo pasan muy bien. Además, se enamora de Carmiña, una muchacha responsable que le exige terminar sus estudios para poder casarse. El film logró el tercer premio como mejor película por el Sindicato Nacional del Espectáculo. Anteriormente se habían rodados dos versiones con el mismo título: una en 1925, dirigida por Manuel Noriega y el propio Lugín; y otra en 1936, por Juan Vila Vilamala y Adolfo Aznar.
  • El Litri y su sombra (1959). Biografía, más o menos creíble, del torero Miguel Báez, más conocido como “El Litri”. El poeta y diplomático Agustín de Foxá era un gran admirador del maestro, y fue él quien ideó el argumento del film, que cuenta con un guión original del director Rafael Gil.  A principios de siglo, en Andalucía, surge toda una dinastía de toreros: en Huelva tenemos a “El Mequi”, cuyo hijo comienza a ser conocido en las plazas de toro. Manuel es el nieto, pero un astado acaba con su vida en 1926. El hermano de éste, “El Litri”, triunfará en las plazas durante los años 50. El filme nunca acaba de funcionar, a pesar de que su equipo técnico es intachable con vestuario Humberto Cornejo, decorados de Enrique Alarcón y música de Manuel Parada. Así mismo, destacan los secundarios Rafael Bardem, José Isbert e Ismael Merlo.

  • Rogelia (1962). Rogelia está casada con Máximo, un obrero de la metalurgia de carácter bastante violento. En cierta ocasión éste hiere de gravedad a Fernando, un médico que acababa de curarle. Por este hecho, Máximo es condenado a pasar su vida entre rejas. Mientras, Rogelia ha rehecho su vida con el doctor, fugándose con él y teniendo un hijo. Pero ello le remuerde la conciencia porque se considera una mujer infiel, de ahí que decida regresar con su marido y visitarle en la cárcel. Éste, todavía de comportamiento incontrolable, intentará fugarse. Melodrama sobre la conciencia y el pecado, que cuenta con sobresalientes secundarios de nuestro cine, como María Luisa Ponte, José Nieto (II), Lola Gaos, Félix de Pomés y Tomás Blanco, además del matrimonio formado por Fernando Rey y Mabel Karr.


  • Currito de la Cruz (1965). La rivalidad entre dos toreros –uno veterano y otro joven–, se acrecentará cuando entra en juego el romance que uno de ellos mantiene con la hija del otro. Basado en la novela de Alejandro Pérez Lugin, entran en juego todos los tópicos de la España del momento, véase folklore, toreros y sevillanas. Forma parte de la trilogía que Rafael Gil llevó a cabo en esos años dirigiendo a toreros famosos: “El Pireo” en esta ocasión, “El Litri” en El Litri y su sombra (1959) y “El Cordobés” en Chantaje a un torero (1963). Aunque no lo parezca por sus méritos artísticos, Currito de la Cruz conoció tres versiones más dentro del cine español, siempre con el mismo título: en 1925 dirigido por Alejandro Pérez Lugin y Fernando Delgado; en 1935, por Fernando Delgado en solitario; y en 1949, bajo la batuta de Luis Lucia, con Nati Mistral y Jorge Mistral de pareja protagonista.

  • ¡Es mi hombre! (1966). Adaptación de una obra de Carlos Arniches que, con el mismo nombre, ya había sido adaptado al cine en una versión muda de 1927 dirigida por Carlos Fernández Cuenca, y por Benito Perojo en 1935. En esta ocasión se modernizó su argumento trasladando la acción hasta un club nocturno repleto de hippies y chicas alegres. Es en este lugar donde va a trabajar el bueno de Antonio, un hombre más bien gris que es encargado de la seguridad del local. Así que, a partir de estos momentos, se tendrá que convertir en un hombre nuevo, más duro y más sexy. Lo más curioso de este filme lo constituye su pareja protagonista: José Luis López Vázquez, tan gesticulante como de costumbre, en uno de sus papeles de españolito medio; y Soledad Miranda, una belleza mitificada al fallecer prematuramente a los 27 años en un accidente de tráfico.

  • La mujer de otro (1967). Un drama en el que una mujer, casada y con dos niños, encuentra a quien fuese el gran amor de su vida. Todo ello le lleva a replantearse sus diez años de matrimonio, así como si realmente es feliz con la clase de vida que lleva actualmente. Pide consejo a una amiga que le dice que no eche todo lo que tiene por la borda por una simple pasión. Rodada en colaboración con Alemania, su protagonista es la actriz Martha Hyer, que también trabajaría en el cine español en otras coproducciones como Fuego, de Julio Coll (1963) y La casa de las mil muñecas, de Jeremy Summers (1967). El guión se basa en una novela de éxito de Torcuato Luca de Tena, y está escrito al alimón por Rafael Gil, el propio Luca de Tena y José López Rubio. Éste último colaborador de Rafael Gil en otras películas cuyos títulos son algo obsesivos con la lucha de sexos: Es mi hombre, Dos hombres... y, en medio, dos mujeres y Nada menos que todo un hombre.

  • Verde doncella (1968). Adaptación de una tragicomedia de Emilio Romero cuyo argumento nos lleva directamente a Una proposición indecente, de Adrian Lyne (1992). Una pareja de novios, a punto de contraer matrimonio, pasa por los típicos problemas económicos. Pero su vida puede cambiar radicalmente a causa de una extraña propuesta. Un hombre rico y con pocos escrúpulos, obcecado por la belleza de la muchacha, les ofrece solucionar sus vidas para siempre si sustituye al marido la noche de bodas a cambio de un millón de pesetas (Redford ofrecía un millón de dólares, pero eran otros tiempos, y además por Demi Moore). Ante este hecho moralmente reprobable, la pareja duda. El film tiene momentos interesantes, aunque quizá la pareja protagonista deje bastante que desear. A pesar de todo, Juanjo Menéndez ganó el premio al mejor actor por el Sindicato Nacional del Espectáculo.


  • El marino de los puños de oro (1968).  En la década de los 60 coincidieron en nuestro país una serie de boxeadores que, además de éxito social, tuvieron su reflejo en el mundo del cine: José Legrá, campeón de España de peso pluma, era uno de los protagonistas de Cuadrilátero, de Eloy de la Iglesia (1969); del levantador de piedras vasco y posterior boxeador Urtain se contó su vida en el documental de Manuel Summers, Urtain, rey de la selva... o así (1969); y Pedro Carrasco, campeón de España de los pesos ligeros, tuvo su correspondiente film en El marino de los puños de oro, una especie de biografía que contaba su paso por la Marina. La película comienza con Pedro boxeando en Brasil e Italia hasta que llega a España y se alista en dicho Cuerpo. Allí, con ayuda de sus compañeros, logrará el título Europeo ante un italiano venciendo, además, las malas artes de sus rivales que le habían metido una mujer en su cama para descentrarle. Premio al actor de reparto Venancio Muro por el Sindicato Nacional del Espectáculo.
  • Un adulterio decente (1969). Comedia que comenzaba a entroncar con la época de cierto aperturismo nacional en cuestión de temas picantes y de destape, algo a lo que no fue ajeno un director tan serio como Rafael Gil. No hay más que echar un vistazo a sus secundarios para darse cuenta del tipo de cinta al que nos enfrentamos: Manolo Gómez Bur, Jaime de Mora y Aragón, Mónica Randall y Andrés Pajares. El matrimonio entre Fernanda y Eduardo no pasa por su mejor momento, así que ella se ha echado un amante llamado Federico. Para no tener problemas de conciencia, Fernanda ha transformado la realidad y se hace pasar por viuda ante Federico, diciéndole que Eduardo es un viejo amigo de la familia. Tras diversos enredos, todo acabará satisfactoriamente.
  • El hombre que se quiso matar (1970). Federico es un apocado individuo, bastante gris, que ha perdido su trabajo y a su novia. Sin ilusiones, decide suicidarse. Pero cualquiera de sus intentos resultan fallidos. Es entonces cuando, aconsejado por un amigo, decide hacer pública su decisión. Esta historia de Wenceslao Fernández Flórez (escritor ya adaptado por el realizador en Huella de luz) era muy querida por Rafael Gil, ya que había supuesto su debut en la dirección allá por 1942, en una película de mismo título con Antonio Casal como protagonista. En esta ocasión, y rodada en color, se cambia la farsa para otorgar mayor protagonismo a Tony Leblanc. Contiene momentos muy divertidos, sobre todo por los secundarios que apoyan al cómico, entre ellos Antonio Garisa, José Sacristán, Julia Caba Alba, Aurora Redondo y Emma Cohen.
  • El relicario (1970). Historia folklórica basada en el popular cuplé El Relicario, con música del maestro Padilla, que popularizó Raquel Meller en los años 20. Se recordará su letra gracias a un anuncio de la tele española (Pisa morena, pisa con garbo...). Antes de este film de Rafael Gil –con la estrella Carmen Sevilla y el torero Miguel Mateo “Miguelín”– tuvo dos versiones cinematográficas, todas con el mismo título: en 1927, dirigida por Miguel Contreras Torres; y en 1933 por Ricard de Baños, con la cantante Lola Cobello. La trama comienza en 1929, cuando un famoso torero que lleva colgado del cuello un medallón con la foto de su amante muere en la plaza. Cuarenta años después, su nieto, también matador de toros, conoce a una muchacha de asombroso parecido con la de la foto. La maldición parece continuar en la familia.
  • Nada menos que todo un hombre (1971). Habiendo hecho su fortuna en las Américas, Alejandro (Paco Rabal) regresa a su localidad natal española para presumir ante sus ciudadanos y lograr todo lo que siempre se había propuesto. Entre ello está el matrimonio con la chica más guapa del lugar. Pero no todo sale como estaba previsto, quedando demostrado que “el dinero no da la felicidad”. Uno de los títulos más exitosos de su realizador, que le proporcionó el Gran Premio a la Mejor Película por parte del Sindicato Nacional del Espectáculo. Rafael Gil, siempre mezclando productos comerciales de discutible calidad con prestigiosas adaptaciones literarias, se arriesgó esta vez con Miguel de Unamuno ya que él consideraba que se estaba produciendo un cierto aperturismo de la censura con respecto a algunos escritores españoles proscritos hasta entonces.





  • El sobre verde (1971). Segunda película consecutiva de Rafael Gil con Tony Leblanc tras El hombre que se quiso matar. Ambas demuestran el buen hacer cómico del actor, uno de los más conocidos y queridos del cine español, que comenzó en la profesión en 1945 en un breve papel de Los últimos de Filipinas y todavía continúa activo gracias a la discutible saga de Torrente. El sobre verde comienza durante una función en el Teatro Apolo de Madrid, cuando una de las actrices del espectáculo, que interpreta a la Diosa Fortuna, da a luz en mitad del escenario. Desde ese momento, todos creen que el niño tendrá mucha suerte en la vida. Sin embargo, al pasar el tiempo sólo ha conseguido llegar a tramoyista y su vida no parece ir por buen camino. El destino le hará tener un golpe de suerte y, además de que la vedette más guapa del grupo se enamora de él, se convierte en un rico empresario pudiendo demostrar toda su valía.

  • La duda (1972). Tras el éxito obtenido por Luis Buñuel con Tristana (1970), el cine español encontró un filón en el novelista Benito Pérez Galdós y, durante los 70, fueron adaptadas sus novelas Marianela, de Angelino Fons (1972), Tormento, de Pedro Olea (1974), Doña Perfecta, de César Fernández Ardavín (1977), además de la serie televisiva Fortunata y Jacinta. La duda no es sino una nueva versión de El abuelo, llevada al cine primero por José Busch en 1925 y posteriormente por José Luis Garci en 1998. En su argumento, Don Rodrigo (Fernando Rey, algo menos “abuelo” que Fernando Fernán Gómez), que vive en los Estados Unidos, llega a España debido a la noticia del fallecimiento de su hijo. Una vez aquí descubre que tiene dos nietas, aunque sólo una es fruto del matrimonio ya que la otra la tuvo su hijo con una amante. El film fue rodado en Madrid, Santander y Ávila.


  • Novios de la muerte (1975). Cinta de aventuras producida y dirigida por Rafael Gil que consiguió la atención de 1.391.415 espectadores. Su argumento es una especie de extraña mezcla entre Beau Geste y ¡A mi la legión!, todo ello con un tono patriótico ya algo pasado de moda. Su reparto está dominado por nombres masculinos como los de Juan Luis Galiardo, Julián Mateos, Ramiro Oliveros, Fernando Sancho, José Nieto y Luis Induni. En su trama encontramos a un delincuente que, al salir de la cárcel, busca vengarse del hombre que le traicionó. Cuando descubre que éste se ha alistado en la legión no tiene otra ocurrencia que seguirle hasta allí. Pero el valor de los legionarios y el cariño a la patria es más fuerte que la enemistad que ambos sienten y así, unidos, lucharán contra el enemigo. Su título está tomado de la canción de los legionarios “Soy un novio de la muerte”.

  • Olvida los tambores (1975). Melodrama coral sobre la juventud que, extrañamente, fue dirigido por un director tan alejado de esa edad como Rafael Gil, que por aquel tiempo contaba con 62 años y seguía manteniendo una mentalidad conservadora a pesar de los nuevos tiempos que se marcaban en el cine español. De ahí que ésta sea una de sus películas más olvidables a pesar que su procedencia –la obra teatral de Ana Diosdado– había sido un gran éxito de público. Las historias románticas y de personajes se entrecruzan desordenadamente por la pantalla: una pareja de novios donde ella decide romper las reglas establecidas; un aspirante a cantante; un locutor al que no le gusta su trabajo; un peluquero que busca nuevas expectativas; un estudiante que no avanza...


  • Los buenos días perdidos (1975). En un pueblo castellano el joven Lorenzo llega con la ilusión de ser el nuevo guardia municipal. Allí encontrará a antiguos compañeros como Cleofás, sacristán de la parroquia del lugar. Poco a poco, experimentará nuevas situaciones en un ambiente desconocido para él. Adaptación de un texto de Antonio Gala con guión cinematográfico de éste junto a Miguel Rubio. Film de personajes, crítica social y diálogos brillantes, dirigido con solvencia y sentimentalismo por Rafael Gil, autor de excelentes películas durante los años 40 y 50. El Sindicato Nacional del Espectáculo premió como mejor actriz protagonista a Teresa Rabal, y a mejor actriz principal a Queta Claver. El acertado universo femenino de su reparto – muy al gusto de Gala– se complementa con unas no menos espléndidas Mabel Escaño y Eulalia del Pino.







  • A la legión le gustan las mujeres... y a las mujeres, les gusta la legión (1976). Una de las comedias más populares de la última etapa de Rafael Gil, que llevó al cine a 911.791 espectadores. Su argumento nos traslada al mundo de la legión cuando un alférez y cuatro de sus compañeros están celebrando una pequeña fiesta antes de entrar en combate. La novia del alférez tiene a su novia en un pueblo enemigo, por lo que se hace indispensable una misión de rescate. En su reparto, conocidos secundarios como José Nieto, Mirta Miller, Juanito Navaro, Ricardo Palacios y Luis Varela. Guión original de Rafael García Serrano y Rafael J. Salvia, éste último un nombre esencial de nuestro cine y asiduo colaborador del director en otros títulos como Novios de la muerte, La duda, La guerrilla, El hombre que se quiso matar (versión 1970) y Un adulterio decente.
  • Dos hombres... y, en medio, dos mujeres (1977). Adaptación de una novela de Juan Antonio de Zunzunegui, académico de la Lengua desde 1957 y uno de los maestros en la narrativa social. Este escritor ya había sido llevado al cine por Fernando Fernán Gómez en su obra maestra, El mundo sigue (1963), curiosamente también con Gemma Cuervo de protagonista. Dos hombres... y, en medio, dos mujeres tenía a la provocativa Nadiuska al frente del reparto, por lo que era evidente que cualquier atisbo positivo de la novela quedaba diluido ante el trasiego erótico que desprendía dicha actriz en cada una de sus apariciones. Rafael Gil era consciente de ello y cambió lo social por lo sexual, lo que le hizo tener la nada despreciable cifra de 403.005 espectadores en taquilla. El film fue rodado en las ciudades de Bilbao, Santander y Hamburgo.
 

  •  La boda del señor cura (1979). Primera colaboración entre Rafael Gil y el guionista Fernando Vizcaíno Casas, que daría como resultado las seis últimas cintas del director: ...Y al tercer año, resucitó, Hijos de papá, ... De camisa vieja a chaqueta nueva, Las autonosuyas y Las alegres chicas de Colsada. En esta ocasión el tema a tratar es el de los sacerdotes modernos de la democracia, algunos de los cuales colgaron la sotana  y contrajeron matrimonio (como el célebre “cura Paco”). Aquí se nos cuenta el caso de un joven párroco (encarnado por José Sancho, conocido por ser “El estudiante” en la serie Curro Jiménez) que, tras la muerte de Franco, se siente algo desorientado y entra de lleno en los pecados de la carne representados por Blanca Estrada e Isabel Luque.


  • Hijos de papá (1980). Crítica social en torno a un problema que se había generalizado en la España de ese tiempo: la educación de los hijos. Así, José Bódalo e Irene Gutiérrez Caba son un matrimonio que pertenece a la generación de españoles que habían aprendido a respetar a sus padres y ciertas normas de urbanidad. Por eso no comprenden los nuevos desplantes y actitudes chulescas de los jóvenes de la democracia. El film parte de un guión de Fernando Vizcaíno Casas (1926-2003), ingenioso cronista que, con el fin de la dictadura, supo encontrar su público alcanzando gran éxito con novelas satíricas que añoraban el régimen anterior y criticaban el actual: De camisa vieja a chaqueta nueva” (1976),...Y al tercer año, resucitó (1978), Viva Franco (con perdón) (1980), Los descamisados (1989), ... y los 40 ladrones, todos al paro (1995), etcétera.
  • De camisa vieja a chaqueta nueva (1982). La historia de Manolo Vivar, defensor a ultranza del viejo régimen franquista que, con la llegada de la democracia cambia de chaqueta, y se convierte en un gran apasionado por las nuevas modas impuestas por la misma. Algo de eso debía conocer su director, Rafael Gil, puesto que durante la Guerra Civil se alió con el equipo de cine de la República dirigido por Antonio del Amo, para el que dirigió cortometrajes de índole social como Soldados campesinos y ¡Salvad la cosecha!. En 1939, sin embargo, ya al lado de los sublevados, realizó los cortos patrióticos Flechas y La corrida de la Victoria.... De camisa vieja a chaqueta nueva fue una nueva adaptación de una novela de Vizcaíno Casas tras el éxito obtenido con ...Y al tercer año, resucitó (1980).
En sus artículos de cine se confesaba admirador de la obra de Murnau, Charles Chaplin, Buster Keaton, John Ford, Howard Hawks, Frank Capra, Frank Borzage o King Vidor.
Falleció en Madrid el 10 de julio de 1986.

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