martes, 28 de mayo de 2013

Biografías de cine: Bette Davis (I)

Bette Davis

“Qué idiota fui viniendo a Hollywood, donde sólo entienden a las rubias platino y donde las piernas son más importantes que el talento.”
Bette Davis llegó a Hollywood el 3 de diciembre de 1930. Había nacido el 5 de 
abril de 1903 en Lowell (Massachusetts) como Ruth Elizabeth "Bette" Davis (decidió cambiar su apodo a "Bette" después de leer La prima Bette de Honoré de Balzac). Davis asistió a la Cushing Academy, un internado en Ashburnham, Massachusetts, donde conoció a su futuro esposo, Harmon O. Nelson, conocido como "Ham". En 1926, asistió a la representación de la obra El pato silvestre de Henrik Ibsen, con Blanche Yurka y Peg Entwistle. Según Davis recordó más adelante, esa obra le inspiró su pleno compromiso con su carrera elegida: "Antes de esa actuación, quería ser actriz. Después de la misma, tenía que ser una actriz... exactamente como Peg Entwistle". Realizó una audición para ser admitida en el Manhattan Civic Repertory de Eva Le Gallienne, pero fue rechazada por que LeGallienne consideró que tenía una actitud "poco sincera y frívola". Sin embargo, estudió danza con Martha Graham y estudió Arte Dramático en la escuela de John Murray Anderson, donde fue compañera de Lucille Ball.
También, participó de una audición para la compañía de teatro de George Cukor, y aunque éste no quedó muy impresionado, le dio a Davis su primer papel retribuido durante una temporada de una semana como una de las chicas del coro en la obra Broadway. Luego, fue elegida para representar a Hedwig, el personaje que Davis había visto interpretar a Entwistle, en El pato silvestre.Tras actuar en Filadelfia, Washington y Boston, debutó en Broadway en 1929 en Broken Dishes, y continuó con Solid South. Habiendo alcanzado una modesta pero creciente reputación como prometedora actriz joven gracias a las dos obras citadas, Broken Dishes y Solid South, en las que llamó la atención de directivos de los estudios Universal, la invitaron a Hollywood para realizar una prueba de cámara. y le ofrecieron un contrato.

No era un buen momento para que Bette Davis hiciese carrera en el cine; aunque  bonita a su aire, no encajaba en absoluto en el molde por el que los estudios y el público juzgaban la belleza de las actrices. El hecho de que  fuese o intentase ser una actriz seria no la favorecía, e incluso la perjudicaba. Cuando se bajó del tren, no había nadie del estudio para recibirla. De hecho había habido un delegado de la Universal en la estación, pero posteriormente manifestó que no había visto en ella “nadie que pareciese ser actriz”. Cuando el mandamás del estudio, Cari Laemmle, vio la primera película interpretada por ella, Mala hermana (Bad Sister, 1931) dirigida por Hobart Henley, se limitó a comentar:
“¿Quién va a creerse que ningún hombre con dos dedos de frente es capaz de arrastrar en una  película toda clase de riesgos y penalidades para terminar dándole un beso a semejante cosa?
Tras rodar cinco películas mediocres más:
  • El puente de Waterloo (Waterloo Bridge, 1931) de James Whale; 

  • Semilla (Seed, 1931) de John M. Stahl

  • Volver a casa (Way Back Home (Old Greatheart), 1931) de William A. Seiter; 

  • Esclavos de la tierra (The Cabin in the Cotton, 1932) de Michael Curtiz y
  • So Big! (1932) de William A. Wellman, 

la Universal canceló su contrato. Justo cuando ella y su madre estaban preparando las maletas para volverse a Nueva York, telefoneó George Arliss, por aquel entonces una de las grandes estrellas de la Warner. Un amigo suyo, Murray Kinnell, había trabajado con la Davis en su séptima película, La estatua vengadora (The Menace, 1932) de Roy William Neill, y creía que podía ser la partenaire más apropiada para Arliss en su próxima película, La oculta providencia (The Man Who Played God, 1932). En su  autobiografía, Arliss recordaba:

“No esperaba más que una interpretación correcta. Pero la  interpretación simplemente correcta se convirtió en una  creación vivida y profunda... Bette insufló pasión y emoción a todas sus escenas, era una  actriz dúctil y dotada de una  especial luz interior, de esa  clase  de luz que no cabe ocultar bajo un celemín.”
Sin embargo, los hermanos Warner no supieron ver esa luz, o no les importó en absoluto: la contrataron, pero obligándola a interpretar toda una serie de películas mediocres, la mayoría de las cuales se dejan ver gracias a la Davis.
El público y la crítica sí se fijaron en ella, y fue creciendo su reputación de  actriz sólida y seria. Hizo convincentemente de arpía en Esclavos de la tierra  (Cabin in the Cotton, 1932), y consiguió que sonasen creíbles incluso los diálogos más ridículos. Se peleó con el director Archie Mayo sobre la  forma en que debía interpretar su escena de locura en Barreras infranqueables  (Bordertown, 1935); ganó la batalla, como habría de ocurrirle con otros  muchos directores y demostró tener razón (al igual que en otras ocasiones)  cuando la película se convirtió en un gran éxito. Los críticos encomiaron la  sutileza de su interpretación en el papel de una mujer “de alma fiera, no demasiado inteligente y loca de amor» (Film Weekly).
La Davis ha afirmado que “no ha habido ninguna de mis películas buenas por la que no haya tenido que luchar”. Cautivo del deseo (Of Human Bondage,  1934), basada en la conocida novela de Somerset Maugham, Servidumbre humana, fue una de las primeras. El director, John Cromwell, quería que fuese ella quien interpretase el papel de Mildred, una intrigante camarera que consigue envolver en sus redes a un sensible estudiante de medicina, pero la Warner se mostró reacia a cederla a la RKO para esta película. La Davis persiguió a Jack Warner día tras día durante seis meses, y al final accedió simplemente para que lo dejase en paz. En su autobiografía, The Lonely Life, recordaba:
“Mis patronos creían que, interpretando a un personaje tan desagradable, echaba piedras sobre mi propio tejado... Creo que me identificaban con él y que opinaban que nos merecíamos mutuamente.”
Vista hoy en día, está claro que no es una de las mejores interpretaciones de  la Davis; su Mildred es tan excesiva y perversa que uno se pregunta qué es lo que, a pesar de estar obsesionado, puede ver Philip Carey (Leslie Howard) en ella. Dentro de una perspectiva histórica, su interpretación resulta al mismo tiempo eficaz y valiente, sobre todo si se tiene en cuenta que una estrella de  aquella época debía mostrarse en todo momento bella y simpática. La Davis se había atrevido a salir con un aspecto terrible y a resultar dura y antipática.  Todo el mundo se quedó muy sorprendido cuando no consiguió el Oscar a la mejor actriz (ésta fue su primera nominación). Cuando lo obtuvo al año siguiente por su trabajo en Peligrosa (Dangerous, 1935), ella misma afirmó que se lo habían dado para compensar la injusticia del año anterior.
A pesar de la buena acogida que tuvo en Cautivo del deseo, la Warner la obligó a interpretar cinco melodramas de calidad variable: 
  • Una mujer de su casa (Housewife, 1934) de Alfred E. Green; 

  • Niebla sobre San Francisco (Fog Over Frisco, 1934) de William Dieterle,
 

  • La chica de la 10ª Avenida (The Girl from 10th Avenue, 1935) de Alfred E. Green; 

  • La que apostó su amor (Front Page Woman, 1935) de Michael Curtiz y

  • Agente especial (Special, Agent, 1935) de William Keighley, 

antes de ofrecerle el guión  de Dangerous. Bette afirma que cuando lo leyó, lo encontró “soso y sensiblero” y, además, “pretencioso”, y que tuvo que trabajar duramente para sacar algo de partido a su personaje de actriz alcoholizada y abocada a la  autodestrucción. Tenía, indudablemente, razón en lo que se refiere al guión,  pero su interpretación es tan intensa y vigorosa que es fácil olvidarse de casi todo lo que la rodea en la pantalla.

Los críticos que habían empezado a acusarla de estar volviéndose amanerada  y de resultar demasiado teatral y exagerada para el cine se sorprendieron  ante su sensible y contenida interpretación de Gaby en El bosque petrificado (The Petrified Forest, 1936) de Archie Mayo. 
Sin embargo, a pesar de su evidente gancho en la taquilla y de su reputación como actriz seria, la Warner insistió en que hiciera una insulsa comedia, The Golden Arrow (1936) de Alfred E. Green, y una floja y confusa versión de la novela de Dashiell Hammett El halcón maltes, titulada Satán Met a Lady (1936) de William Dieterle.
La Davis se sintió comprensiblemente ultrajada. Para conservar su autorespeto y su popularidad, quería hacer un menor número de películas al  año y aceptar sólo los guiones que considerase inteligentes. La respuesta de la Warner consistió en pedirle que hiciese un papel secundario en una mala película, God Country and the Woman (1937) de William Keighley, en la que la estrella iba a ser Beverly Roberts, con el señuelo de que, si lo hacía, encarnaría luego a la Scarlett O'Hara de Lo que el viento se llevó (1939). Se negó, y fue suspendida  de empleo y sueldo durante tres meses. Cuando expiró ese plazo, rechazó  otros dos guiones que le ofrecieron limitándose a decir: 
 “Si continúo apareciendo en películas mediocres, no merecerá la pena que siga luchando por mi carrera.”
Con el pleito Davis-Warner en una situación de impasse. Ludovico Toeplitz, que  producía películas en Inglaterra, le ofreció un contrato para dos películas cobrando 20.000 libras esterlinas por cada una de ellas y pudiendo elegir los guiones. Lo firmó, pero cuando llegó a Londres se  encontró con una querella  de su productora Warner. Afirmaban que había sido contratada para trabajar exclusivamente en dichos estudios y que no tenía derecho a hacerlo fuera de ellos. Toda la industria cinematográfica estuvo pendiente de la consiguiente batalla legal ante los tribunales (en la que todos los actores se pusieron del  lado de la Davis), ya que el resultado determinaría cuál habría de ser el funcionamiento del sistema de producción de los grandes estudios del futuro.  La Davis perdió el pleito y se vio obligada o bien a volver a la Warner o bien a  dejar de hacer películas hasta que expirase su contrato; pero a la larga salió ganando. La Warner siguió pagándole sus honorarios y empezó a tomarla más en serio, lo que hizo que mejorase momentáneamente la calidad de sus películas.
Su primera película tras su vuelta a Hollywood fue La mujer marcada (Marked Woman, 1937) de Lloyd Bacon (Michael Curtiz rodó algunas escenas de la película mientras el director Lloyd Bacon estaba en su luna de miel), sobre un delicado problema social (la prostitución), y le dio la oportunidad de mostrar una gama de registros más amplia en cuanto a actriz que la mayoría de sus  títulos anteriores. Festival de Venecia: mejor actriz (Bette Davis). Por su actuación en la película, fue galardonada con la Copa Volpi en el Festival de Cine de Venecia de 1937.
Jezabel (1938) de William Wyler, fue la primera de una larga serie de películas diseñadas para la Davis. Eran en su  mayoría lo que se denomina “películas de mujeres”; es decir, folletines basados en conflictos amorosos y que solían terminar con el sacrificio de la protagonista. Sería sin embargo un error desdeñarlos a causa  de la mayor libertad de expresión de que goza el cine de hoy en  día. En los años 30 y 40, todo el mundo se tomaba muy en serio esa clase de películas y se consideraban tan respetables como cualquier otra. Las mejores intentaban  arrojar luz sobre aspectos del mundo de las emociones y la sexualidad o sobre situaciones humanas que, en aquella época, el cine no podría haber abordado  de otra manera. Las interpretadas por la Davis figuraban ciertamente en este grupo, pues luchaba constantemente por conseguir un cierto nivel de inteligencia tanto en el argumento como en los diálogos, e insistía en que sus retratos de mujeres perturbadas o con  problemas fuesen lo más realistas posible.
En Jezabel resultaba sumamente convincente como la obstinada bella del Sur, a la que su propia maldad hace sufrir continuamente. Narra la historia de Julie Marsden (Bette Davis), joven, posesiva, caprichosa, temperamental y dominante, que se enamora de Preston Dillard (Henry Fonda), norteño, banquero de fría personalidad. Las exigencias y los desaires de Julie hacen que Preston marche a Nueva York, de donde regresa casado. Julie, airada, urde una venganza que se ve interrumpida por el azote de la peste amarilla. La película traza un retrato muy cuidado de la sociedad de Nueva Orleans de mediados del XIX, caracterizada por la afición al lujo, el apego a las tradiciones, el arraigo de modales afrancesados, la enemistad por los norteños, desaliñados e ignorantes. Ganó dos Oscar: mejor actriz (Bette Davis) y mejor actriz secundaria (Fay Bainter).
Las hermanas (The Sisters, 1938) de Anatole Litvak, es otro melodrama que tiene como protagonistas a tres hermanas casaderas: Louise (Bette Davies), Helen (Anita Louise) y Grace (Jane Bryan). En una fiesta celebrada en la noche de la elección de Teddy Roosevelt, Louise conoce al apuesto Frank (Errol Flynn), un periodista de San Francisco. Inmediatamente se enamoran y, a escondidas, se casan. Él tiene un modesto puesto de redactor deportivo que apenas les da para vivir. Intenta escribir una novela pero fracasa. Su autoestima es muy baja y empieza a abusar del alcohol. Ella es la abnegada esposa que asiste con gran sufrimiento al debilitamiento de su marido. Mientras, su hermana duda en casarse con un pretendiente de avanzada edad pero muy adinerado.
En Amarga victoria (Dark Victory, 1939) de Edmund Goulding, ella sola lograba convertir la sensiblera historia de una mujer con una enfermedad incurable en  un penetrante estudio de la capacidad de comprensión y sacrificio de los seres  humanos. Se basa en una obra de teatro de George E. Breweer Jr. y Bertramn Bloch, cuyos derechos adquirió la Warner a instancias de Bette Davis. La película  se convirtió en uno de los más taquilleros del año y el papel de Judith Traherne le valió una nominación al Oscar. Años más tarde, Davis resaltó esta actuación como su favorita. Fue objeto de un remake mediocre, Horas robadas (1963), protagonizado por Susan Hayward.
La vida privada de Elizabet y Essex (The Private Lives of Elizabeth and Essex, 1939) de Michael Curtiz, es una mezcla de biografía histórica y drama romántico que narra las relaciones entre la ya madura Isabel I Tudor (Bette Davis), reina de Inglaterra e Irlanda (1558-1603) y el elegante Conde de Essex (Errol Flynn). Basada en una obra de teatro Elizabeth y Essex, de Maxwell Anderson, que había triunfado en Broadway. Gracias a una ampliación presupuestaria de última hora, se filmó en color.
La solterona (The Old Maid, 1939) de Edmund Goulding. Adapta la obra de teatro The Old Maid (1935), ganadora de un premio Pulitzer, de Zoe Akins, primera mujer que obtiene este premio. La obra de Akins dramatiza a su vez la novela breve The Old Maid (1924), de Edith Wharton (1862-1937). El film desarrolla un melodrama que es tratado con esmero y altura de miras por Goulding. La obra es, a la vez, un drama de época y una historia de mujeres, que se inicia junto con las hostilidades de la Guerra Civil. 
La obra forma parte de las cuatro cintas protagonizadas por Bette Davis que Goulding realiza para la Warner entre 1937 y 1941: 
  • Aquella mujer (That Certain Woman, 1937),

  • Amarga victoria (1939),
 

  • La solterona (1939), ya citada y 
  • La gran mentira (1941), basada en la novela de Polan Banks.

Tetralogía de cuidada dirección y de realización elegante y digna. Contiene una brillante interpretación de Bette Davis, que exhibe una amplia variedad de registros a medida que pasa el tiempo y su personalidad se torna seca, oscura, atormentada, autoritaria e impositiva. La obra explora diversas cuestiones sociales, como la moral puritana, la estigmatización de la madre soltera y de sus hijos, la doble vara moral para juzgar el comportamiento de hombres y mujeres, la visión complaciente de la separación de las clases sociales, los prejuicios sobre los matrimonios interclasistas, el culto al dinero y a los privilegios sociales, etc.

En La carta (The Letter, 1940) de William Wyler. Obtuvo siete nominaciones a los Oscar (director, actriz principal, película, edición, música original, fotografía y actor secundario). Se inspira en una obra de Somerset Maugham. La acción tiene lugar en Malasia, en una plantación de caucho, relativamente próxima a Singapur, en 1937/8. Narra la historia de Leslie Crosbie (Bette Davis), que mata a un amigo, Geoffrey Hammond (David Nowell), alegando defensa de su integridad. Explica al marido, Robert (Herbert Marshall) y al abogado defensor, Howard Joyce (James Stephenson), los detalles del incidente. No se prevén problemas hasta que inesperadamente Howard recibe la copia de una carta escrita por Leslie dirigida a Hammond, que puede incriminarla. El desarrollo de la obra gira en torno a la pregunta sobre las razones por las que Leslie mató a Hammond. Su versión de los hechos no resulta creíble ni para el abogado defensor ni para el espectador. Por ello, la película contiene desde el principio un elemento capital de incertidumbre y de intriga.
El cielo y tú (All This, And The Heaven Too, 1940), segundo de los dos dramas románticos protagonizados por Bette Davis que realiza el ucraniano Anatole Litvak para la Warner. Escrito por Casey Robinson adapta la novela de éxito All This, And The Heaven Too (1938), de Rachel Field, basada en personajes y hechos reales. Es nominado a 3 Oscar (película, actriz y fotografía). La película desarrolla un drama romántico de época, de grandes e intensas emociones. Se presenta envuelto en un halo de misterio e intriga. La historia es narrada en un largo flashback por la institutriz, que cuenta su pasado a las alumnas de su clase de francés en EEUU. El film realiza una interesantísima exploración de los celos obsesivos y sus efectos de destrucción sobre la familia, las personas que la componen y quien los experimenta. Más allá de su valor dramático y de su larga tradición trágica, los celos obsesivos requieren atención y cuidados psiquiátricos. El simple paso del tiempo no los cura. El film plantea, además, varias cuestiones relacionadas con la perdurabilidad de la pareja.
La loba (The Little Foxes, 1941). Es el tercer encuentro de Wyler con B. Davis tras Jezabel y La carta. Adaptación de la magnífica obra de Lillian Helman The little foxes. El film desarrolla un intenso y potente drama, que brinda a Davis la oportunidad de crear una interpretación memorable de un personaje femenino egoísta, sin sentimientos, ambicioso y despiadado, uno de los más característicos de su carrera. Para satisfacer sus ansias de poder y riqueza no duda en manipular, presionar, acosar, corromper y chantajear, sin piedad y sin miramientos. La apoyan algunos familiares y amigos, mientras otros se sitúan en posiciones contrarias. De carácter autoritario, impositivo e irascible, para conseguir sus objetivos Regina no se sirve del halago, la sonrisa y la seducción. Plantea sus batallas frontalmente, haciendo uso de la fuerza, el verbo fácil e hiriente y la amenaza.
Como ella sola (In This Our Life, 1942). Segundo largometraje de John Huston. Escrito por Howard Koch y el propio Huston, adapta la novela de éxito del mismo título de 1941 de Ellen Glasgow. La novela ganó (1942) el premio Pulitzer. La acción dramática tiene lugar en Richmond (Virginia) en 1940. Stanley (Davis) y Roy Timberlake (De Havilland) son hermanas de caracteres contrapuestos. Stanley es impulsiva, caprichosa, egoísta, frívola, desleal y manipuladora. Roy es tranquila, frágil, responsable y bondadosa. Ambas son hijas de Asa (Craven) y de su esposa Lavinia (Burke). El tío William (Coburn), antiguo socio de Asa Timberlake, siente gran simpatía por su sobrina Stanley. El film desarrolla un drama que alcanza un notable éxito, el mayor de la Warner en 1942, poco después de la incorporación (diciembre 1941) de EEUU a la II Guerra Mundial. Es una de las más destacadas películas de mujeres que produce la Warner en los años de guerra (1941-45).
En La extraña pasajera (Now, Voyager, 1942) hacía que resultase creíble y conmovedora la transformación de una solterona reprimida en una mujer madura y comprensiva. Adaptación de la novela de Olive Higgins Prouty, obtuvo el Oscar a la mejor música original y dos nominaciones.
En 1946 decidió fundar su propia productora, BD Productions, aunque las películas debían ser distribuidas por la Warner. Sólo llegó a hacer una, Una vida robada (A Stolen  Life,  1946), en la que interpretaba a dos hermanas gemelas, una buena y otra
mala, enfrentadas por el amor a un mismo hombre. No se sintió nada cómoda  como productora.
“En realidad nunca ejercí de tal”, dijo en cierta ocasión. “Me limité a hacer lo mismo de siempre: entrometerme en todo. Si eso era producir una película, yo había sido un magnate del cine durante años y años”.
A partir de 1946, la Davis tuvo problemas para encontrar  papeles adecuados y su popularidad empezó a descender. Winter Meeting (1948) de Bretaigne Windust es una película en la que todos los personajes hablan mucho sobre una poetisa que conoce a un capitán de la Armada que desea hacerse sacerdote.
Más alla del bozque (Beyond the Forest1949) de King Vidor le fue impuesta por la Warner a pesar de su  advertencia de que “Soy demasiado vieja y demasiado fuerte para un papel como ése”. La película fue masacrada por la crítica y esquivada por el público. Se trata sin embargo de una de las películas malas más entretenidas que se conocen. “No ha habido nunca una mujer como Rosa Moline”. En ella la Davis  utiliza todos sus registros y realiza una de las mejores caricaturas de sí  misma  jamás vista. Luego pidió que el estudio la dejara libre, y Jack Warner accedió a pesar de haber pensado en ella para el papel de Blanche en Un tranvía llamado deseo (un proyecto realizado posteriormente en 1951).
Estaba terminando de rodar un mediocre melodrama sobre el tema del divorcio, La egoísta (Payment  on Demand,  1951) para la RKO, cuando le ofrecieron el papel de una actriz en decadencia. Margo Channing en Eva al desnudo (All about Eve, 1950). La Davis recordó posteriormente:
“No  recuerdo ningún proyecto que resultase tan fascinante desde el principio ni  tan gratificante desde el primer hasta el último momento... Había un gran  guión, un gran director y un gran reparto de actores en el que a todos les gustaba su papel... Cuando se estrenó la película le dije a su director, Mankiewicz, que me había resucitado de entre los muertos.”
Davis ganó el premio a la Mejor Actriz, otorgado en el Festival de Cine de Cannes y por el New York Film Critics Circle. También recibió el premio a la Mejor Actriz del San Francisco Film Critics Circle. La Davis no estuvo nunca mejor que en esta película, que le permitió interpretar un papel “más grande que la vida” y al mismo tiempo revelar la autocompasión y vulnerabilidad que se ocultan detrás de la figura de una actriz famosa. Pero este impulso a su carrera no tuvo continuidad; a lo largo de la década de los 50 no consiguió sino papeles poco interesantes en películas mediocres. Sus películas de este período
incluyen:

  • El favorito de la reina (The Virgin Queen (AKA Sir Walter Raleigh), 1955) de Henry Coster. Una de las películas más desconocidas películas de Bette Davis, que interpreta de nuevo a Isabel I, quince años después de La vida privada de Elizabeth y Essex


  • Storm Center (1956) de Daniel Taradashero fue la primera película en denunciar de forma directa y naturalista la paranoia política que marcó esa época. Fue el primer y único trabajo como director de Daniel Taradash (guionista ganador del Oscar por "De aquí a la eternidad") y cuenta con una entregada actuación de Bette Davis como la bibliotecaria de una pequeña localidad, acusada injustamente de simpatizar con ideologías izquierdistas, y 


  • Banquete de bodas (The Catered Affair AKA The Wedding Party, 1956) de Richard Brooks

Durante el mismo tiempo, apareció en la televisión en tres episodios de Caravana, una popular producción de la NBC, con personajes diferentes en cada una de las emisiones en 1959 y 1961
(cont.)

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