jueves, 28 de marzo de 2013

Efemérides cinematográficas y literarias: D. Juan Tenorio

28 de marzo de 1844

En Madrid, se estrena Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, la obra teatrla más representativa del romanticismo español.
Don Juan Tenorio es un drama romántico en dos partes publicado en 1844 por José Zorrilla. Constituye, junto con El burlador de Sevilla y convidado de piedra (1630), atribuida a Tirso de Molina y de la que Don Juan Tenorio es deudora, una de las dos principales materializaciones literarias en lengua española del mito de Don Juan.

Personajes

  • Don Juan Tenorio, el protagonista de la historia.
  • Don Luis Mejía, el galán rival de Don Juan Tenorio.
  • Don Gonzalo de Ulloa, comendador de Calatrava, y padre de Doña Inés.
  • Doña Inés de Ulloa, hija del comendador y prometida de Don Juan.
  • Don Diego Tenorio, padre de Don Juan.
  • Doña Ana de Pantoja, prometida de Don Luis.
  • Cristófano Buttarelli, hostelero.
  • Marcos Ciutti, criado de Don Juan.
  • Gastón, criado de Don Luis.
  • Brígida, sirvienta de Doña Inés en el convento.
  • Pascual, sirviente de la familia Pantoja.
  • La Abadesa de las Calatravas de Sevilla
  • La tornera de las Calatravas de Sevilla
  • Don Rafael de Avellaneda, amigo de Don Luis y, más tarde, de Don Juan.
  • El Capitán Centellas, amigo de Don Juan.
  • Lucía, criada de Doña Ana.
  • Escultor, construye las estatuas en el cementerio y tiene la llave del panteón.
  • La estatua de Don Gonzalo (el convidado de piedra).
  • La sombra de Doña Inés.
  • Alguaciles.

Estructura de la obra

La obra está estructurada en dos partes:
  • La Primera Parte se divide en cuatro actos. Transcurre en una sola no
    che.
Acto I, Libertinaje y escándalo.
Acto II, Destreza.
Acto III, Profanación.
Acto IV, El Diablo a las puertas del Cielo.
  • La Segunda Parte se divide en tres actos. Transcurre también en una sola noche, pero 5 años después de los sucesos de la primera parte:
Acto I, La sombra de Doña Inés, con seis escenas, se desarrolla principalmente en un panteón y en el cementerio.
Acto II, La estatua de Don Gonzalo, con cinco escenas, se desarrolla principalmente en la casa de Don Juan.
Acto III, Misericordia de Dios y Apoteosis del Amor, con cuatro escenas, incluyendo la última escena que sólo tiene un diálogo recitado por Don Juan en el cementerio con el que termina la obra.

Argumento

La acción transcurre en la Sevilla de 1545, en los últimos años del rey Carlos I de España.

Primera parte (Transcurre en la noche del carnaval)

Hace un tiempo Don Juan y Don Luis Mejía habían hecho una apuesta doble, en la cual se trataba «quién de ambos sabía obrar peor, con mejor fortuna, en el término de un año» y «quien de los dos se batía en mas duelos y quien seducía a mas doncellas». La historia inicia un año después de esa apuesta, por lo tanto, Don Luis Mejía y Don Juan se vuelven a encontrar en la hostería del Laurel de Buttarelli, en Sevilla; donde comparan sus hazañas (Se reproduce esta escena).
La apuesta se ha vuelto un gran escándalo en Sevilla, sin embargo, nadie sabe a ciencia cierta lo que sucede. Durante la noche, arriban a la Hostería del Laurel, propiedad de Butarelli, en busca de conocer a fondo los detalles de dicha apuesta.
Don Gonzalo, padre de doña Inés, la prometida de don Juan, se ha enterado de la apuesta, y va a la hostería a asegurarse de lo que ha oído. Igualmente don Diego, padre de Don Juan, quiere ver "el monstruo de liviandad a quien pude dar el ser".
Los rivales cuentan los muertos en batalla y las mujeres seducidas, al finalizar Don Juan queda como vencedor, sin embargo Don Luis lo vuelve a desafiar diciéndole a Don Juan que lo que le falta en la lista es «una novicia que esté para profesar», entonces Don Juan le vuelve a apostar a Don Luis que conquistará a una novicia, y que además, le quitará a su prometida, Doña Ana de Pantoja.
Don Luis, ante las palabras del otro, envía a su criado, Gastón, a avisar a la justicia; mientras que don Juan hace lo mismo con Ciutti.
Al oír el desafío, el comendador Don Gonzalo de Ulloa, padre de Doña Inés, que llevaba en un convento desde su infancia y estaba destinada a casarse con Don Juan, deshace el matrimonio convenido.
A la hostería llegan dos rondas de alguaciles que ponen bajo arresto a los dos nobles.
Don Luis logra salir de la cárcel y va con doña Ana para suplicarle que se mantenga firme ante Don Juan, que irá tras ella. Don Juan también sale, y en la calle de la casa de Doña Ana, hace encerrar a don Luis. Luego, conversa con Brígida, la beata comprada del convento, que le explica como entrar en el convento sin ser visto.
La última acción de Don Juan, para asegurar la apuesta, es llamar a Lucía, la sirvienta de Doña Ana, para pedirle que abra las puertas de la casa a cambio de dinero y a las diez de la noche. Lucía accede.
En tanto, Doña Inés lee una carta de Don Juan, en la que declara abiertamente su amor hacia ella. Cuando ha concluído, Don Juan penetra en la celda, lo que provoca que se desmaye. Don Juan la toma y la lleva a su casa. Don Gonzalo llega tiempo después, a contarle a la madre abadesa que la dueña de Doña Inés está comprada, y teme por su bienestar. Aparece entonces la hermana tornera, anunciando la desaparición de Doña Inés.
En la casa de Don Juan, doña Inés cae en las redes del galán. Unidos por su amor, están dispuestos a todo. En ese momento, llega Don Luis, que quiere matar a Don Juan. Casi después, llega Don Gonzalo, con gente armada. Don Juan manda a Don Luis a una habitación contigua para que espere.
Don Juan se humilla ante Don Gonzalo suplicando que le conceda a su hija a cambio de pruebas que él mismo dispone. Don Gonzalo se niega. Don Luis sale del cuarto y trata de aliarse con el comendador para matar a Don Juan, pero finalmente resulta ser éste último el matador, dándole un balazo a Don Gonzalo y una estocada a Don Luis.
Don Juan huye de Sevilla en un bergantín hacia Italia.

Segunda parte

Cinco años después de la acción anterior, Don Juan vuelve a Sevilla y realiza una visita al panteón de la familia de los Tenorio, donde están enterrados Don Luis y El Comendador. Admirando las estatuas, don Juan descubre un sepulcro inesperado, el de doña Inés.
Llegan al lugar Centellas y Avellaneda, la presencia de estos dos viejos amigos hace que don Juan los invite a su casa a cenar. También invita al Comendador, aunque sabe que ha fallecido. Más tarde mientras se encuentra cenando, suena un aldabonazo y hace su aparición el espectro del Comendador que acude con el objetivo de conducir a Don Juan al Infierno. Sin embargo Doña Inés intercede y logra que ambos suban al Cielo entre una apoteosis de ángeles y cantos celestiales.

Lugares de la obra

  • Hostería del Laurel: Es la taberna en la que Don Juan y Don Luis habían acordado reunirse transcurrido un año después de su apuesta, es donde se desarrolla casi todo el Acto I de la obra. Es regentada por Cristófano Buttarelli.
  • Calle de Doña Zoripeana: Desde allí le informa Don Luis Mejía a Doña Ana que se mantenga firme antes las redes de Don Juan. En esta calle Don Luis es encerrado en una bodega permitiendo a Don Juan realizar su parte de la apuesta.
  • Convento de la Virgen: Donde se encuentra recluida Doña Inés desde su nacimiento. Allí es donde Inés lee la carta de Don Juan y se desmaya al ver a éste.
  • Quinta de Don Juan: Allí es llevada Doña Inés y Don Juan le declara su amor hacia ella. En esta casa Don Juan da muerte a Don Gonzalo de Ulloa y Don Luis Mejía.
  • Panteón—Cementerio: Casa de Don Diego Tenorio convertido en Panteón. Allí Don Juan se encuentra con el escultor de las estatuas y le intimida para que le de las llaves de dicho panteón. En este lugar también suceden cosas extrañas por ejemplo que las estatuas cobren vida, que hablen sombras, etc.
  • Casa de Don Juan: Allí son convidados Avellaneda y Centellas a cenar donde se les aparece el espectro de Don Gonzalo, quien advierte a Don Juan que le queda un solo día de vida y si no se arrepiente será llevado al infierno, y el de Doña Inés; allí don Juan es asesinado por el capítán Centellas.

Características románticas

  • Lugares sombríos: Se utiliza en esta obra un lugar tenebroso, solitario, como es el cementerio, donde cobran vida las esculturas.
  • Amor imposible: Hay un amor imposible entre Don Juan y Doña Inés. El amor imposible que surge, hace que Doña Inés muera de pena porque Juan y ella no pueden estar juntos debido a que Don Juan tuvo que huir a Italia después de matar a Don Gonzalo y a Don Luis que aún muertos le persiguen.
  • Los protagonistas: Por ejemplo el héroe es de familia más o menos noble. Es un hombre solitario ya que no quiere integrarse demasiado en la sociedad. La heroína se adapta a todos los cánones tanto físicos como espirituales.
  • Final trágico: La muerte de los dos enamorados marca el desenlace desdichado.
  • Naturaleza dinámica: En esta obra las acciones suelen ocurrir casi siempre por la noche.
  • Misterio: Las estatuas cobran vida, las sombras hablan, se da una idea idealizada del cielo y del infierno.
  • Predominio del sentimiento sobre la razón: Doña Inés estaba realmente enamorada de Don Juan e intentaba evadir todo sentimiento que tenia hacia el.
La obra de teatro Don Juan Tenorio, de José Zorrilla es la pieza más representada en la historia de la Literatura en España desde su estreno en el Teatro de la Cruz de Madrid el 28 de marzo de 1844.

ACTO PRIMERO

Hostería de Cristófano Buttarelli. Puerta en el fondo que da a la calle: mesas, jarros y demás utensilios propios de semejante lugar.

Escena I

DON JUAN, con antifaz, sentado a una mesa escribiendo; BUTTARELLI Y CIUTTI, a un lado esperando. Al levantarse el telón, se ven pasar por la puerta del fondo Máscaras, Estudiantes y Pueblo con hachones, músicas, etc.
DON JUAN:

¡Cuál gritan esos malditos! 
Pero, ¡mal rayo me parta 
si en concluyendo la carta 
no pagan caros sus gritos! 
(Sigue escribiendo.)

BUTTARELLI  ( A CIUTTI)
Buen carnaval.

CIUTTI ( A BUTTARELLI)
Buen agosto 
para rellenar la arquilla.

BUTTARELLI:

¡Quia! Corre ahora por Sevilla 
poco gusto y mucho mosto. 
Ni caen aquí buenos peces, 
que son cosas mal miradas 
por gentes acomodadas 
y atropelladas a veces.

CIUTTI:
Pero hoy...
BUTTARELLI:

Hoy no entra en la 
cuenta, Ciutti, se ha hecho buen trabajo.

CIUTTI:

¡Chist! Habla un poco más bajo, 
que mi señor se impacienta pronto.

BUTTARELLI:
¿A su servicio estás?
CIUTTI:
Ya ha un año.
BUTTARELLI:
¿Y qué tal te sale?
CIUTTI:

No hay prior que se me iguale; 
tengo cuanto quiero y más. 
Tiempo libre, bolsa llena, 
buenas mozas y buen vino.

BUTTARELLI:
¡Cuerpo de tal, qué destino!
CIUTTI: ( Señalando a DON JUAN)
Y todo ello a costa ajena.

BUTTARELLI:
¿Rico, eh?
CIUTTI:
Varea la plata.
BUTTARELLI:
¿Franco?
CIUTTI:
Como un estudiante.
BUTTARELLI:
¿Y noble?
CIUTTI:
Como un infante.
BUTTARELLI:
¿Y bravo?
CIUTTI:
 Como un pirata.
BUTTARELLI:
¿Español?
CIUTTI:
Creo que sí.
BUTTARELLI:
¿Su nombre?
CIUTTI:
Lo ignoro en suma.
BUTTARELLI:
¡Bribón! ¿Y dónde va?
CIUTTI:
Aquí.
BUTTARELLI:
Largo plumea.
CIUTTI:
Es gran pluma.
BUTTARELLI:
¿Y a quién mil diablos escribe
tan cuidadoso y prolijo?
CIUTTI:
A su padre.
BUTTARELLI:
¡Vaya un hijo!
CIUTTI: Para el tiempo en que se vive,
es un hombre extraordinario.
Mas silencio.
JUAN: (Cerrando la carta.)
Firmo y plego.
¿Ciutti?
CIUTTI
¿Señor?
JUAN:
Este pliego
irá dentro del orario
en que reza doña Inés
a sus manos a parar.
CIUTTI:
¿Hay respuesta que aguardar?
JUAN:
De el diablo con guardapiés
que la asiste, de su dueña,
que mis intenciones sabe,
recogerás una llave,
una hora y una seña:
y más ligero que el viento
aquí otra vez.
CIUTTI:
Bien está.
(Vase.

Escena XII


DON DIEGO, DON GONZALO, DON JUAN, DON LUIS, BUTTARELLI, CENTELLAS, AVELLANEDA, CABALLEROS, CURIOSOS, ENMASCARADOS
AVELLANEDA: ( A CENTELLAS, por DON JUAN)

Verás aquél, si ellos vienen, 
qué buen chasco que se lleva.

CAPITÁN CENTELLAS ( A AVELLANEDA, por DON LUIS)

Pues allí va otro a ocupar 
la otra silla: ¡uf!, ¡aquí es ella!

DON JUAN: ( A DON LUIS)

Esa silla está comprada, 
hidalgo.

Don LUIS: ( A DON JUAN)
Lo mismo digo, 
hidalgo; para un amigo 
tengo yo esotra pagada.

DON JUAN:
Que ésta es mía haré notorio.
DON LUIS:
Y yo también que ésta es mía.
DON JUAN:
Luego, sois don Luis Mejía.
DON LUIS:
Seréis, pues, don Juan Tenorio.
DON JUAN:
Puede ser.
DON LUIS:
Vos lo decís.
DON JUAN:
¿No os fiáis?
DON LUIS: 
No.
DON JUAN:
Yo tampoco.
DON LUIS:
Pues no hagamos más el coco.
DON JUAN:

 Yo soy don Juan. 
(Quitándose la máscara.)

DON LUIS:

Yo don Luis. (Íd.)

(Se descubren y se sientan. EL CAPITÁN CENTELLAS, AVELLANEDA, BUTTARELLI y algunos otros se van a ellos y les saludan, abrazan y dan la mano, y hacen otras semejantes muestras de cariño y amistad. DON JUAN Y DON LUIS las aceptan cortésmente.)

CAPITÁN CENTELLAS:
¡Don Juan!
AVELLANEDA:
¡Don Luis!
DON JUAN:
¡Caballeros!
DON LUIS:

¡Oh, amigos! ¿Qué dicha es 
ésta?

AVELLANEDA:

Sabíamos vuestra apuesta, 
y hemos acudido a veros.


DON LUIS: 
Don Juan y yo tal bondad 
en mucho os agradecemos.

DON JUAN:

El tiempo no malgastemos, 
don Luis. ( A los otros .) Sillas 
arrimad.

( A los que están lejos.)

Caballeros, yo supongo 
que a ucedes también aquí 
les trae la apuesta, y por mí 
a antojo tal no me opongo.

DON LUIS:

Ni yo; que aunque nada más 
fue el empeño entre los dos, 
no ha de decirse ¡por Dios! 
que me avergonzó jamás.

DON JUAN:

Ni a mí, que el orbe es testigo 
de que hipócrita no soy, 
pues por doquiera que voy 
va el escándalo conmigo.

DON LUIS:

¡Eh! Y esos dos ¿no se llegan 
a escuchar? Vos.

(Por DON DIEGO y DON GONZALO)
DON DIEGO:
Yo estoy bien.
DON LUIS:
¿Y Vos?
DON GONZALO:
De aquí oigo también.
DON LUIS:
Razón tendrán si se niegan.
(Se sientan todos alrededor de la mesa en que están DON LUIS MEJÍA y DON JUAN TENORIO.)
DON JUAN:
¿Estamos listos?
DON LUIS:
Estamos.
DON JUAN:
Como quien somos cumplimos.
DON LUIS:
Veamos, pues, lo que hicimos.
DON JUAN:
Bebamos antes.
DON LUIS:
Bebamos. 
(Lo hacen.)
DON JUAN:
La apuesta fue...
DON LUIS:

Porque un día 
dije que en España entera 
no habría nadie que hiciera 
lo que hiciera Luis Mejía.

DON JUAN:

Y siendo contradictorio 
al vuestro mi parecer, 
yo os dije: Nadie hade hacer 
lo que hará don Juan Tenorio. 
¿No es así?

DON LUIS:

Sin duda alguna: 
y vinimos a apostar 
quién de ambos sabría obrar 
peor, con mejor fortuna, 
en el término de un año; 
juntándonos aquí hoy 
a probarlo.

DON JUAN:
Y aquí estoy.
DON LUIS:
Y yo.
CAPITÁN CENTELLAS:

¡Empeño bien extraño, 
por vida mía!

DON JUAN:
Hablad, pues.
DON LUIS:
No, vos debéis empezar.
DON JUAN:

Como gustéis, igual es, 
que nunca me hago esperar. 
Pues, señor, yo desde aquí, 
buscando mayor espacio 
para mis hazañas, di 
sobre Italia, porque allí 
tiene el placer un palacio. 
De la guerra y del amor 
antigua y clásica tierra, 
y en ella el emperador, 
con ella y con Francia en guerra, 
díjeme: «¿Dónde mejor? 
Donde hay soldados hay juego, 
hay pendencias y amoríos.» 
Di, pues, sobre Italia luego, 
buscando a sangre y a fuego 
amores y desafíos. 
En Roma, a mi apuesta fiel, 
fijé, entre hostil y amatorio, 
en mi puerta este cartel: 
«Aquí está don Juan Tenorio 
para quien quiera algo de él.» 
De aquellos días la historia 
a relataros renuncio: 
remítome a la memoria 
que dejé allí, y de mi gloria 
podéis juzgar por mi anuncio. 
Las romanas, caprichosas, 
las costumbres, licenciosas, 
yo, gallardo y calavera: 
¿quién a cuento redujera 
mis empresas amorosas? 
Salí de Roma, por fin, 
como os podéis figurar: 
con un disfraz harto ruin, 
y a lomos de un mal rocín, 
pues me querían ahorcar. 
Fui al ejército de España; 
mas todos paisanos míos, 
soldados y en tierra extraña, 
dejé pronto su compaña 
tras cinco o seis desafíos. 
Nápoles, rico vergel 
de amor, de placer emporio, 
vio en mi segundo cartel: 
«Aquí está don Juan Tenorio, 
y no hay hombre para él . 
Desde la princesa altiva 
a la que pesca en ruin barca, 
no hay hembra a quien no suscriba; 
y a cualquier empresa abarca, 
si en oro o valor estriba. 
Búsquenle los reñidores; 
cérquenle los jugadores; 
quien se precie que le ataje, 
a ver si hay quien le aventaje 
en juego, en lid o en amores.» 
Esto escribí; y en medio año 
que mi presencia gozó 
Nápoles, no hay lance extraño, 
no hay escándalo ni engaño 
en que no me hallara yo. 
Por donde quiera que fui, 
la razón atropellé, 
la virtud escarnecí, 
a la justicia burlé, 
y a las mujeres vendí. 
Yo a las cabañas bajé, 
yo a los palacios subí, 
yo los claustros escalé, 
y en todas partes dejé 
memoria amarga de mí. 
Ni reconocí sagrado, 
ni hubo ocasión ni lugar 
por mi audacia respetado; 
ni en distinguir me he parado 
al clérigo del seglar. 
A quien quise provoqué, 
con quien quiso me batí, 
y nunca consideré 
que pudo matarme a mí 
aquel a quien yo maté. 
A esto don Juan se arrojó, 
y escrito en este papel 
está cuanto consiguió: 
y lo que él aquí escribió, 
mantenido está por él.

DON LUIS:
Leed, pues.
DON JUAN:

No; oigamos antes 
vuestros bizarros extremos, 
y si traéis terminantes 
vuestras notas comprobantes, 
lo escrito cotejaremos.

DON LUIS:

Decís bien; cosa es que está, 
don Juan, muy puesta en razón; 
aunque, a mi ver, poco irá 
de una a otra relación.

DON JUAN:
Empezad, pues.
DON LUIS:

Allá va. 
Buscando yo, como vos, 
a mi aliento empresas grandes, 
dije: « ¿Dó iré, ¡vive Dios!, 
de amor y lides en pos, 
que vaya mejor que a Flandes? 
Allí, puesto que empeñadas 
guerras hay, a mis deseos 
habrá al par centuplicadas 
ocasiones extremadas 
de riñas y galanteos.» 
Y en Flandes conmigo di, 
mas con tan negra fortuna, 
que al mes de encontrarme allí 
todo mi caudal perdí, 
dobla a dobla, una por una. 
En tan total carestía 
mirándome de dineros, 
de mí todo el mundo huía; 
mas yo busqué compañía 
y me uní a unos bandoleros. 
Lo hicimos bien, ¡voto a tal!, 
y fuimos tan adelante, 
con suerte tan colosal, 
que entramos a saco en Gante 
el palacio episcopal. 
¡Qué noche! Por el decoro 
de la Pascua, el buen Obispo 
bajó a presidir el coro, 
y aún de alegría me crispo 
al recordar su tesoro. 
Todo cayó en poder nuestro: 
mas mi capitán, avaro, 
puso mi parte en secuestro: 
reñimos, fui yo más diestro, 
y le crucé sin reparo. 
Juróme al punto la gente 
capitán, por más valiente: 
juréles yo amistad franca: 
pero a la noche siguiente 
huí, y les dejé sin blanca. 
Yo me acordé del refrán 
de que quien roba al ladrón 
ha cien años de perdón, 
y me arrojé a tal desmán 
mirando a mi salvación. 
Pasé a Alemania opulento: 
mas un provincial jerónimo, 
hombre de mucho talento, 
me conoció, y al momento 
me delató en un anónimo, 
Compré a fuerza de dinero 
la libertad y el papel; 
y topando en un sendero 
al fraile, le envié certero 
una bala envuelta en él. 
Salté a Francia. ¡Buen país!, 
y como en Nápoles vos, 
puse un cartel en París 
diciendo: «Aquí hay un don Luis 
que vale lo menos dos. 
Parará aquí algunos meses , 
Y no trae más intereses 
ni se aviene a más empresas, 
que a adorar a las francesas 
y a reñir con los franceses.» 
Esto escribí; y en medio año 
que mí presencia gozó 
París, no hubo lance extraño, 
ni hubo escándalo ni daño 
donde no me hallara yo. 
Mas, como don Juan, mi 
historia 
también a alargar renuncio; 
que basta para mi gloria 
la magnífica memoria 
que allí dejé con mi anuncio. 
Y cual vos, por donde fui 
la razón atropellé, 
la virtud escarnecí, 
a la justicia burlé, 
y a las mujeres vendí. 
Mi hacienda llevo perdida 
tres veces: mas se me antoja 
reponerla, y me convida 
mi boda comprometida 
con doña Ana de Pantoja. 
Mujer muy rica me dan, 
y mañana hay que cumplir 
los tratos que hechos están; 
lo que os advierto, don Juan, 
por si queréis asistir. 
A esto don Luis se arrojó, 
y escrito en este papel 
está lo que consiguió: 
y lo que él aquí escribió, 
mantenido está por él. 

DON JUAN: 
La historia es tan semejante 
que está en el fiel la balanza, 
mas vamos a lo importante, 
que es el guarismo a que alcanza 
el papel: conque adelante.


DON LUIS: 
Razón tenéis, en verdad. 
Aquí está el mío: mirad, 
por una línea apartados 
traigo los nombres sentados, 
para mayor claridad.


DON JUAN: 
Del mismo modo arregladas 
mis cuentas traigo en el mío: 
en dos líneas separadas, 
los muertos en desafío, 
y las mujeres burladas. 
Contad.

DON LUIS:
Contad.
DON JUAN: 
Veinte y tres.

DON LUIS: 
Son los muertos. A ver vos. 
¡Por la cruz de San Andrés! 
Aquí sumo treinta y dos.

DON JUAN: 
Son los muertos.
DON LUIS: 
Matar es.
DON JUAN: 
Nueve os llevo.

DON LUIS: 
Me vencéis. 
Pasemos a las conquistas.

DON JUAN: 
Sumo aquí cincuenta y seis.

DON LUIS: 
Y yo sumo en vuestras listas 
setenta y dos.

DON JUAN: 
Pues perdéis.
DON LUIS: 
¡Es increíble, don Juan!

DON JUAN: 
Si lo dudáis, apuntados 
los testigos ahí están, 
que si fueren preguntados 
os lo testificarán.

DON LUIS:
¡Oh! Y vuestra lista es cabal.

DON JUAN: 
Desde una princesa real 
a la hija de un pescador, 
¡oh!, ha recorrido mi amor 
toda la escala social. 
¿Tenéis algo que tachar?

DON LUIS: 
Sólo una os falta en justicia.
DON JUAN: 
¿Me la podéis señalar?

DON LUIS: 
Sí, por cierto: una novicia 
que esté para profesar.


DON JUAN: 
¡Bah! Pues yo os complaceré 
doblemente, porque os digo 
que a la novicia uniré 
la dama de algún amigo 
que para casarse esté.

DON LUIS: 
¡Pardiez, que sois atrevido!
DON JUAN:
Yo os lo apuesto si queréis.

DON LUIS: 
Digo que acepto el partido. 
Para darlo por perdido, 
¿queréis veinte días?

DON JUAN: 
Seis.

DON LUIS:
 ¡Por Dios, que sois hombre extraño! 
¿cuántos días empleáis 
en cada mujer que amáis?


DON JUAN: 
Partid los días del año 
entre las que ahí encontráis. 
Uno para enamorarlas, 
otro para conseguirlas, 
otro para abandonarlas, 
dos para sustituirlas 
y una hora para olvidarlas. 
Pero, la verdad a hablaros, 
pedir más no se me antoja, 
porque, pues vais a casaros, 
mañana pienso quitaros 
a doña Ana de Pantoja. 

Don Juan Tenorio en el cine

Las hazañas de este personaje teatral han sido llevadas al cine en  varias ocasiones: 

- Don Juan Tenorio (1949), película argentina, de Luis César Amadori. Juan Retama es un actor retirado, nunca pasó de segundón y tiene un sobrino que está enamorado de una joven rica. El padre de ella no acepta el casamiento porque el sobrino de Retama es pobre. Es así como el viejo actor se entrevista con el padre de la joven y, relatándole la historia de amor de Don Juan y Doña Inés, consigue que el otro consienta el romance. Luego decide dejarle el dinero que ha ahorrado a su sobrino, y él se alojará en la Casa del Teatro. Allí, entre otros viejos actores, se reencontrará con un viejo amor.
Don Juan Tenorio (1952), película española, de Alejandro Perla. La obra narra las peripecias de don Juan Tenorio, un joven caballero entregado a una vida desenfrenada de apuestas, amoríos y duelos. El comienzo de la trama es de hecho una apuesta entre él y otro joven por ver quién en un año hace más maldad con más fortuna. Esto a su vez desencadena otra apuesto a ser posible más descabellada que consiste en que don Juan consiga seducir a una joven novicia, doña Inés, y a la prometida del otro joven.
- Don Juan Tenorio (1966), telefilm, de Gustavo Pérez Puig. Adaptación de la obra homónima de José Zorrilla para el programa de televisión Estudio 1. Don Juan Tenorio es un caballero pendenciero y un seductor empedernido que recurre a toda clase de métodos para conquistar a las mujeres y, después, abandonarlas a su suerte.
- Amar y morir en Sevilla (Don Juan Tenorio) (2011), española dirigida por Victor Alcazar. Don Juan Tenorio, acompañado de su fiel criado Ciutti, regresa a Sevilla para resolver la apuesta que hizo con Don Luis Mejía. Los dos quedan emplazados a una nueva apuesta, ya que han matado a un número similar de hombres y conquistado a las mismas mujeres. La nueva apuesta consiste en que Don Juan tiene que conquistar a una novicia y a una doncella que esté a punto de casarse, el tiempo estipulado en seis días. Don Juan advierte a don Luis que la doncella será Doña Ana de Pantoja, con la que Don Luis va a casarse. El que pierda pagará con su vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario