En el mayor secreto, la primera misión espacial africana se prepara para despegar. La tripulación, proveniente del continente y su diáspora, debe explorar el planeta "Nardal" para evaluar la posibilidad de traer de vuelta a todos los africanos si la Tierra se vuelve inhabitable. El problema es que el viaje será largo. Muy largo. Y la mayor incógnita de las misiones interestelares sigue siendo el entendimiento entre los astronautas... Falta de profundidad entre los personajes, chistes torpes... esta historia espacial no es una locura.
"En el espacio, nadie puede oírte gritar", advertía el cartel de Alien en 1979. No estamos seguros de que volvamos a oírte reír a carcajadas con esta comedia de Jean-Pascal Zadi, que sigue a una tripulación africana que despega hacia un planeta potencialmente habitable llamado Nardal, en honor a Paulette Nardal, pionera martiniqueña de la negritud. Casi cinco años después de la excelente sorpresa de Todo negro (Tout simplement noir, 2020), donde su personaje intentaba convocar a celebridades para una marcha de hombres negros con un estilo falso documental, el autor pisa a fondo y lleva su cuestionamiento político-cómico a las ambiciosas esferas de la ciencia-ficción.
Tras este título, que se burla de la teoría conspirativa y racista del "gran reemplazo", Zadi y su coguionista imaginan, de hecho, que un centro espacial panafricano con sede en Abiyán, Costa de Marfil, ha puesto en órbita una estación secreta, justo en las narices de la NASA. Solo queda reclutar un equipo de élite para llevar la nave a una estrella más hospitalaria que la Tierra y así transformar a los antiguos colonizados en futuros colonos.
Un poco de Pantera Negra para la revolución tecnológica, un toque de Interestellar (2014) y Marte (The Martian, 2015) para lo que está en juego, y una buena dosis de chistes incómodos al estilo de OSS 117. ("¡La esclavitud es una excusa conveniente! Ya no podemos decir nada en cuanto hablamos de los negros", despotrica Zadi en el papel de un francés indiferente a la historia), no son suficientes, por desgracia, para producir la explosión esperada. Entre la relectura del género esperado (entrenamiento, atraque, salida en traje espacial y deriva en el cosmos...) y los personajes sin profundidad, reducidos a sus orígenes más o menos antagónicos, la película avanza a la velocidad de la luz (ni siquiera una hora y media) y, sin embargo, parece larga. Una demostración de la relatividad del tiempo.
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