sábado, 2 de diciembre de 2023

¿Cuál es la mejor película de Martin Scorsese? Nuestro ranking completo, de peor a mejor (V)

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21. El lobo de Wall Street (The Wolf of Wall Street, 2013)

La trayectoria real del corredor de bolsa Jordan Belfort, desde sus inicios como principiante en Wall Street, cuando está casado con una sencilla peluquera, hasta el momento en que alcanza la cúspide del poder, la riqueza y el placer, al precio de una vida desquiciada y sin principios, y del acoso del FBI. Enseguida su entrada en el mundo profesional supone una inmersión en la depravación moral, a partir de las lecciones que le imparten sus superiores sobre su trabajo y los -a su entender-, necesarios hábitos sexuales y de consumo de drogas para no perder el paso en la vertiginosa actividad de compraventa de acciones. Lo que parece un bache en su andadura laboral se convertirá en la construcción de un imperio gracias a la venta de activos de muy dudoso valor, primero a incautos paletos, luego a gente adinerada que puede permitirse el lujo de perder dinero. Martin Scorsese adapta las memorias de Belfort, convertidas en guión por Terence Winter, uno de los responsables de la gangsteril serie televisiva Los Soprano, que colaboró luego con el italoamericano en Boardwalk Empire, también centrada en el mundo criminal y de los políticos corruptos.

22. El último vals (The Last Waltz, 1978) 

El último vals es un film documental dirigido por Martín Scorsese durante el concierto de despedida de The Band. Scorsese en ese momento ya era un director de prestigio, venía de haber dirigido 6 films (entre ellos Taxi Driver en 1976) que lo habían convertido en uno de los directores más interesantes y prometedores del momento. Y como no podía ser menos, en un film documental sobre algo que amaba y conocía, su talento vuelve a brillar. Scorsese no quería realizar un simple documental sobre una de las bandas más influyentes del panorama rock americano de los 70 sino, como buen cineasta, pretendía algo más. Si lo que pretendía era testimoniar una época, un estilo de hacer música, transmitirnos su amor hacia ese forma de “vida” y hacernos partícipes de ello, creo que lo consigue. A través El último vals se nos trasmite buen rollo, se nos transite diversión, se nos transmite amor por el rock y se nos muestra a nuestros “héroes” rockeros como seres sencillos y humanos, que disfrutan haciendo su música y que saben cuando ha llegado el momento de bajarse del autocar. El rockero no es en este caso un ser superior al que hay que mostrar con planos picados para aumentar sus “dimensiones”, aquí el “artista” se nos muestra en primer plano, y el espectador es el que decide que le transmiten esos primeros planos. Interesa el artista, pero interesa la persona, interesa ver la sonrisa de Robbie Robertson, interesa ver los gestos de Bod Dylan cuando en el pasaje final del show se incorpora al escenario y sin grandes aspavientos sonríe a sus excompañeros y comienza a rockear, interesa ver a Neil Young, con la armónica bajo sus greñas, acústica en mano, agradecer a la banda el poder tocar con ellos esa noche. En definitiva, a través de los gestos, interesa ver si son “auténticos” o no, si disfrutan en un escenario, si sienten la música o no. Y difícilmente la respuesta del espectador puede ser otra que un rotundo sí.

23. Infiltrados (The Departed, 2006) 

Cuatro años después de que Wai Keung Lau y Siu Fai Mak sorprendieran con el magnífico thriller hongkonita Juego sucio (2002), Martin Scorsese entrega un brillante remake. Ciertamente la historia le viene al pelo, como le hizo ver un avispado Leonardo DiCaprio, transformado en actor fetiche del cineasta –antes hicieron juntos Gangs of New York y El aviador–, heredero del Robert De Niro de antaño, y quien además le puso sobre la pista de la película. 
El guión de William Monahan sigue con fidelidad el original, aunque se aprovecha la coyuntura para introducir algunos nuevos elementos –el triángulo amoroso de los dos topos con la misma mujer, una psiquiatra, o alguna otra vuelta de tuerca en el desenlace– y enriquecer los diálogos. Se mantiene el tema de fondo de la esquizofrenia que supone mantener una doble vida presidida por la mentira y, por supuesto, el director ‘scorsesiza’ la película, lo que significa una inaudita violencia, un lenguaje altamente procaz, y algunos elementos irreverentes hacia el catolicismo completamente innecesarios. La película conserva un ritmo endiablado, Scorsese vuelve a demostrar que es un director de increíble fuerza visual. Acierta además con un reparto de primera, en el que nadie desentona. Leonardo DiCaprio se convierte en un serio candidato al Oscar, y en que actores como el otras veces inexpresivo Mark Wahlberg, el ‘presidente’ Martin Sheen, o la desconocida Vera Farmiga brillan con luz propia.

24. Taxi Driver (1976)

Una de las grandes películas de los años 1970, y la mejor tarjeta de presentación del cineasta Martin Scorsese, que en su cuarto trabajo partió de un guión de Paul Schrader. Al parecer, éste pasaba por uno de los peores momentos de su vida, al estar divorciándose de su mujer, por lo que algunos de los problemas de soledad del protagonista están sacados de su propia experiencia personal. Schrader asegura que escribió el guión de un tirón, en pocos días y que apenas hubo que realizar cambios finales. En uno de sus trabajos más estudiados en las escuelas de cine, Scorsese supo retratar la soledad del hombre moderno en las gigantescas urbes que sirven de germen a todo tipo de corrupciones. Recorre temas que están presentes en toda su filmografía, como la génesis de la violencia, los prejuicios y el rechazo social. El cineasta se luce con una utilización modélica de la voz en off del protagonista, unas dinámicas secuencias de éste recorriendo las calles, y sobrecogedores planos que muestran una violencia descarnada y terrible. Además, supo aprovechar la excelente partitura de Bernard Herrmann, habitual compositor de Hitchcock, que murió antes de poder ver el resultado de su trabajo. 

25. Toro salvaje (Raging Bull, 1980)

Robert De Niro se enfunda los guantes de boxeo en una película dura y sobrecogedora. La biografía del boxeador Jake La Motta da argumento para una de las películas más intensas del tándem Scorsese-De Niro.Más allá de una  historia sobre un púgil, Toro salvaje es un descarnado retrato de un ser angustiado por sus complejos, de los que, sólo subido a un ring, puede liberarse. Es también una historia de redención, de amor y odio y del duro camino hacia el éxito y el fracaso. Todo envuelto en escenas de gran realismo y en una evocadora atmósfera en blanco y negro. La portentosa interpretación de Robert De Niro le valió su segundo Oscar. Toro salvaje es considerada uno de las mejores películas de la historia del cine estadounidense​ y ha sido elegida en varias listas, como, por ejemplo, en la de las 100 mejores películas por el American Film Institute, donde ocupó el número 24 en la selección original de 1998 realizada por 1500 cineastas con ocasión del centenario del cine,​ el 4 en la actualizada diez años después (2007)​ y el primero entre las de deportes. En 1990, la película fue considerada «cultural, histórica y estéticamente significativa» por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y seleccionada para su preservación en el National Film Registry. 
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