miércoles, 20 de septiembre de 2017

Biografías de cine: Jacques Feyder (I)

A pesar de la competencia que representa André Delvaux, calificar a Jacques Feyder de "el mayor director belga" resulta una alabanza insuficiente para esta gran luminaria del cine francés, que fue también un artista internacional capaz de desempeñar su oficio en distintos países y en diversos idiomas, y de sobrevivir en el complicado Hollywood.  
Jacques Feyder fue uno de los mayores artesanos del cine francés durante el período de entreguerras. Huía siempre de la publicidad y afirmaba alegremente: "soy un artesano en el pleno sentido de la palabra, un trabajador honrado y limitado". En los años siguientes a su muerte, ocurrida el 24 de mayo de 1948, la reputación de Feyder fue disminuyendo hasta el extremo que ni tan siquiera sus películas más importantes ya ni se reponen, y que títulos como La Atlántida (L'Atlantide, 1921), El signo de la muerte (Le grand jeu, 1933) y Pensión Mimosas (1934) son sólo conocidos gracias a los libros de historia.
Sin embargo, en su larga y fructífera carrera, hay grandes riquezas por descubrir casi siempre inexplicablemente ligadas a los logros de su esposa, Françoise Rosay, una actriz de gran energía y calidad. La pareja contrajo matrimonio en 1917, y salvo un par de de melancólicos años, 1942-1944 durante la II Guerra Mundial, en los que él se dedicó a impartir clases en Suiza mientras que ella realizaba una gira teatral por los países aliados, permanecieron siempre unidos hasta la muerte de Jacques Feyder. Su apartamento en la calle de L'Université se convirtió en lugar de encuentro para personal del mundo cinematográfico parisino. 
Jacques Feyder, cuyo nombre real era Jacques Frederix, nació el 21 de julio de 1885 en la ciudad belga de Ixelles. Poco tiempo después de la muerte de su madre, expresó su intención de hacerse actor. Su padre se mostró airado. "Si lo hacer -gritó-, te prohíbo que utilices mi apellido". Jacques hizo las maletas y se marchó de la casa. Al volver una esquina vio el letrero de una calle que se llamaba "Faider". Entonces decidió de repente cambiar su apellido por el Feyder, y se marchó a París, donde empezó a trabajar en los escenarios y ocasionalmente, en el cine. 
Durante la temporada 1913-1914 actuó en la ciudad de Lyon, donde conoció a Franciose Rosay. Luego volvió a Paris y trabajó para Louis Feuillade en Los vampiros (Les vampires, 1915). A continuación fue contratado por el legendario productor Léon Gaumont. Realizó aproximadamente una docena de películas, la mayoría de ellas perdidas y olvidadas, antes de volver a Bélgica en 1917 para prestar servicio en las fuerzas armadas. Sobrevivió a una breve temporada en los frentes, y, entre comienzos de 1918 y 1919, trabajó en un grupo teatral del ejército.  
En 1920 realizó su primera película importante La Atlántida, primera adaptación de la novela homónima de Pierre Benoît. Realista por naturaleza, Feyder insistió en marchar al Sahara para rodar en escenarios naturales esta película fantástica, en la que la bailarina Stacia Napierkowska interpretada a la misteriosa reina del desierto. Como en otras muchas de las películas de la época que fueron recibidas con respeto y admiración en el momento de su estreno, el paso del tiempo ha perjudicado más a La Atlántida que, por ejemplo a los entretenidos melodramas de un director comercial de talento como Feuillade. 
Stacia Napierkowska en una escena de la película La Atlántida
En 1922 dirigió un sencillo drama callejero sobre un anciano vendedor Crainquebille, La historia de un humilde (Crainquebille), una audaz e imaginativa versión cinematográfica de la novela introspectiva del mismo título de Anatole France, una película que evocaba tan nítidamente la gran ciudad que D. W. Griffith que para él simbolizaba París. 

(cont.)


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