Les sorcières de Salem (1957), de Raymond Rouleau
Salem, 1692. El agricultor John Proctor ha hecho el amor dos veces con Abigail, una joven de 17 años que él y su esposa han acogido. Su esposa Elisabeth lo ha estado rechazando durante siete meses, por su puritanismo y frialdad. Cuando Elisabeth encuentra a John abrazando a Abigail, echa a la muchacha de su casa y John, sintiéndose condenado, está de acuerdo. Abigail jura venganza. Su oportunidad llega cuando acusa a Elisabeth de brujería y manipula a las niñas más jóvenes para apoyar sus afirmaciones de ver espíritus. El ministro de la ciudad y los políticos quieren una causa: liberar al pueblo de la brujería. John también es acusado; Abigail le ofrece una manera de evitar la horca. Elisabeth tiene su propia confesión.
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| Yves Montand y Simone Signoret en Les sorcières de Salem (1957) |
Con gran eficacia, el también dramaturgo, filósofo y guionista, Jean-Paul Sartre, se ocupó de esta primera adaptación cinematográfica de la obra de Miller; y el actor y luego director, Raymond Rouleau, se encargó de bordar el conjunto con absoluta precisión, consiguiendo sacar a la luz una impactante obra cinematográfica que ya hace parte del arte por excelencia. Simone Signoret (Elisabeth, la esposa que, quizás, deba despertar) y Mylène Demongeot (la tentación llamada Abigail Williams), confluyen en un logro cinematográfico que nos envuelve de principio a fin y nos deja bien plantada la manera como el hombre sigue repitiendo, generación tras de-generación, la misma suerte de aberraciones.

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