Cerca de Teherán, un viaje rutinario en coche conduce a una espiral vertiginosa. Filmada clandestinamente, es una película animada y con un significado político esencial.
Todo comienza con un perro atropellado. Un "simple accidente" sin consecuencias graves (excepto para el perro), en los altos de Teherán, cuando una pequeña familia regresaba a casa. Un simple shock, y aún así todo sale mal. En primer lugar, el motor del coche, que falla y obliga al conductor a detenerse, junto con su esposa (embarazada) y su hijo, para pedir ayuda en el taller más cercano. Este automovilista traído por casualidad, Vahid, que trabaja en la reserva, no necesita verlo para creer que lo reconoce. Lo único que tiene que hacer es oírlo cojear. Pero ¿es éste realmente el siniestro Eghbal, conocido como "La Pierna" debido a su pierna protésica, el guardia de la prisión que una vez lo torturó, lo traumatizó y lo "mató mil veces"? Vahid tiene dudas. Incluso después de haberlo seguido febrilmente, secuestrado, arrastrado en su camioneta y casi enterrado vivo en un rincón desierto y árido, cerca de un árbol muerto que recordaba la siniestra horca del régimen. Comenzó entonces la búsqueda frenética de otros opositores, víctimas de la dictadura de los ayatolás, otros testigos capaces de identificar formalmente a su verdugo común. Es el comienzo de una vertiginosa cadena de encuentros y consecuencias, de rabias y solidaridades, de desaciertos, espasmos y desvíos, en busca de verdad y de reparación.
Filmada clandestinamente en Teherán (sin ninguna financiación iraní), bajo las narices de los censores, típico del cine "a bordo" de Jafar Pahani, que sabe como nadie, al menos desde Taxi Tehran (2015), capturar las tensiones de una sociedad en el entorno cerrado de un vehículo en movimiento, la película rueda a una velocidad vertiginosa por las carreteras de un país desgarrado. Diálogos de una precisión convulsiva, de dolor y de rabia arrancados de la materia prima de la realidad: a bordo de la furgoneta de Vahid, la variopinta y entrañable banda de secuestradores que ha ido reuniendo (una novia y su prometido, un fotógrafo, un tipo grande y furioso) no sólo se pregunta por la identidad de su rehén y el destino que le tienen reservado.
Al mando de este pequeño y bullicioso tribunal improvisado, también se ven obligados a medir su humanidad, sus deseos de venganza y de justicia, y todo lo que los diferencia de sus opresores. Un thriller apasionante, un formidable retrato coral, una proeza de dirección bajo presión, este "simple accidente" presentado en competición oficial en Cannes demuestra, una vez más, hasta qué punto Jafar Pahani es un cineasta político esencial. Perseguido durante muchos años, nunca había podido recibir en persona el homenaje del cine mundial (entre otros, el Premio al mejor guion por Tres Caras (Se rokh) en Cannes en 2018 y el Premio Especial del Jurado en Venecia en 2022 por Los osos no existen (Khers Nist) Este año, por primera vez en quince años, está finalmente presente en la Croisette para defender, una y otra vez, a ese otro Irán que no se rinde.
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