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domingo, 28 de septiembre de 2025

Fallece Claudia Cardinale, el gran icono del cine italiano (I)

Descubierta desde muy joven por su belleza felina, Claudia Cardinale se convirtió en actriz y luego en estrella sin proponérselo. Dejó huella en el cine con sus papeles en El Gatopardo, Ocho y medio y Hasta que llegó su hora. Falleció el martes 23 de septiembre de 2025, a los 87 años.
En Los leones andan sueltos (Les lions sont lachés, 1961), de Henri Verneuil, Lino Ventura, en uno de sus raros papeles de macho (¡lo odiaba!), define así al personaje interpretado por Claudia Cardinale: "Eres joven, eres hermosa, estás sana... ¡Ah, si supieras qué bonito es encontrar a alguien como tú: con buena salud!"... Esto es exactamente lo que la actriz, fallecida a los 87 años, encarnó al principio de su carrera, en comedias -Rufufú (I soliti ignoti, 1958), de Mario Monicelli-; Un maldito embrollo (Un maledetto imbroglio, 1959), de Pietro Germi- o dramas -La chica de la maleta (La ragazza con la valigia, 1951), de Valerio Zurlini-: la ragazza sabia o sensual que el destino arrebata de un futuro sin esperanzas.
Tras un papel secundario en Rocco y sus hermanos (Rocco e i suoi fratelli, 1960), Luchino Visconti transformó su brillantez en un acto político: en El gatopardo (Il gattopardo, 1963), es esta chica del pueblo, invencible y alegre, esta fuerza vital que, a través de su matrimonio con el apuesto Tancrède (Alain Delon), se introduce en la vibrante familia aristocrática del príncipe de Salina (Burt Lancaster). Fellini, por su parte, la ve más como una mediadora: en Fellini, ocho y medio (8½) [(8½ (Otto e mezzo)], frente a la locura de los demás personajes, encarna una ayuda y un recurso: la vida en sus aspectos más reconfortantes y hermosos.
Claudia Cardinale en Rufufú (1958)
Su solidez y sencillez resistieron a todo, incluido Hollywood. Al mismo tiempo que, Sophia Loren, Dos mujeres (La ciociara, 1960) de Vittorio De Sica, se convirtió, especialmente en Arabesco (Arabesque, 1966) de Stanley Donen, en una especie de diosa inaccesible, vestida y calzada por Christian Dior. Y Virna Lisi se transformó —por un tiempo, afortunadamente para ella— en Marilyn en Cómo matar a la propia esposa (How to Murder your Wife, 1965), de Richard Quine.  Ella, en sus escasas incursiones americanas: La pantera rosa (The Pink Panther, 1963), de Blake Edwards; Misión secreta (Blindfold, 1965), de Philip Dunne , con Rock Hudson,  mantuvo —incluso en la sofisticación que se le imponía en aquel momento— una naturalidad que le servía de brújula, de salvaguardia. Igual que la amabilidad, además: frente a periodistas a menudo desconcertados por lo que tomaban por sentimentalismo, la utilizó como arma defensiva. Sí, Luchino era maravilloso. Sí, Federico era magnífico. Y adorables eran Marcello (Mastroianni), Vittorio (Gassman) y Renato (Salvatori)…
Claudia Cardinale en La pantera rosa (1963)
(cont.)

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