Hoy en Prime Video: Una película de terror imprescindible considerada como la mejor de zombis de la última década.
One Cut Of The Dead (Kamera o tomeru ña!, 2017), dirigida por Shin'ichirô Ueda. Una chica contempla desesperada la conversión de su novio en un zombie, que acaba atacándola. En realidad, ambos son actores que ruedan un film de terror de tres al cuarto en una planta abandonada, que en teoría se usaba para tratamiento de aguas, al servicio del director Higurashi. Éste no ha quedado contento con las actuaciones, por lo que acaba discutiendo con ellos, pues no transmiten la emoción que esperaba, así que desesperado abandona el set. Mientras el equipo aguarda su regreso, entre bambalinas uno de sus miembros sale a fumar un cigarro al exterior, donde sufre un inesperado ataque de un tipo que parece estar maquillado para la película, aunque en realidad se trata de un muerto viviente real.
Realizada con un bajo presupuesto de ¥3 millones de yenes (unos 25.000 dólares), con un elenco de actores desconocidos, la película se estrenó en Japón en un pequeño cine durante seis días. Tras su éxito internacional en su proyección en el Festival de Cine de Udine, la película comenzó a tener una exposición más amplia, incluido un relanzamiento en Japón. La película también recibió elogios de la crítica, que elogió su originalidad, guion y humor.
El título podría traducirse como el plano secuencia de los muertos, lo que viene al caso porque todo el arranque está rodado en un corte único de treinta y tantos minutos que técnicamente casi harían palidecer al Orson Welles de Sed de Mal, el Alfred Hitchcock de La soga, y al Alejandro González Iñárritu de Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia), de no ser porque aquí no existen muchas pretensiones, como mucho hace reír, un poco en la línea de Zombies Party, pero en versión japonesa. Sus actores, la mayoría debutantes procedentes de una escuela de cine, consiguen cierta simpatía, y no sobreactúan tanto como en las comedias niponas. No se ha conseguido sortear del todo el habitual recurso de éstas a chistes facilones, o que parecen demasiado localistas.
En el tramo final, se gana incluso a los espectadores con más prejuicios. Acaba convirtiéndose en un sentido homenaje al Séptimo Arte, sobre todo al entusiasmo de quienes tratan de sacar adelante sus proyectos, pero también a los profesionales sin los que ninguna producción podría salir adelante.














































